Seis de cada diez empresas mexicanas enfrentan los efectos del cambio climático
De acuerdo con un informe reciente de la calificadora Moody’s Ratings, seis de cada diez empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) enfrentan una exposición moderada o alta a los riesgos físicos derivados del cambio climático. Esta realidad refleja cómo los fenómenos meteorológicos extremos ya no son amenazas lejanas, sino desafíos directos que comprometen la estabilidad económica y operativa de las compañías mexicanas.
El estudio señala que el 3 por ciento de las emisoras tienen una exposición elevada, mientras que el 56 por ciento se encuentra en un nivel moderado y el 41 por ciento con un nivel no significativo. Sin embargo, el impacto potencial es enorme, pues los sectores con mayor vulnerabilidad concentran buena parte de la economía nacional.
Petróleo, energía y minería, los sectores más expuestos
La calificadora identifica que las empresas más expuestas pertenecen a los sectores de petróleo y gas, redes eléctricas, minería y transporte aéreo. Estos rubros no solo demandan grandes cantidades de energía y agua, sino que también operan en regiones particularmente vulnerables a huracanes, inundaciones, sequías y estrés térmico.
La combinación de estos factores representa un riesgo sistémico que puede afectar desde las cadenas de suministro hasta la estabilidad de precios en los mercados. Además, la exposición constante a desastres naturales incrementa los costos de mantenimiento, seguros y recuperación de infraestructura.
Los fenómenos extremos ponen en riesgo la economía mexicana
El informe estima que el 68 por ciento de la población mexicana y el 71 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) están expuestos a riesgos relacionados con el cambio climático. Esta cifra refleja una fragilidad estructural: la dependencia económica de sectores sensibles al clima como el turismo, la agricultura y la energía.
Moody’s advierte que México es especialmente vulnerable por su ubicación geográfica y sus problemas de gestión del agua. Las regiones costeras, por ejemplo, enfrentan cada año el aumento del nivel del mar y la amenaza constante de huracanes. Esto obliga al gobierno y al sector privado a invertir en infraestructura de prevención, reparación y asistencia, con un alto costo para las finanzas públicas.
El huracán Otis: un ejemplo devastador del impacto climático
El caso del huracán Otis en 2023 es ilustrativo. Según el informe, el fenómeno dejó daños por 15 mil millones de dólares en Acapulco, afectando gravemente la infraestructura turística de Guerrero, un estado que depende en 70 por ciento de este sector para su PIB.
La destrucción provocó una pérdida masiva de empleos, afectaciones a pequeñas empresas y un incremento de la percepción de riesgo entre inversionistas nacionales y extranjeros. Los daños de Otis no solo fueron materiales, sino también financieros y sociales, evidenciando la urgencia de implementar políticas de adaptación y mitigación más efectivas.
Latinoamérica comparte la misma vulnerabilidad climática
El estudio de Moody’s no se limita a México. En Chile, el 67 por ciento de las empresas emisoras enfrentan riesgos moderados a altos; en Brasil, el 57 por ciento; y en Colombia, el 50 por ciento. Estos datos muestran que el cambio climático es un fenómeno transversal que amenaza la estabilidad económica de toda la región.
La calificadora advierte que el aumento de los riesgos físicos impulsará una mayor planificación empresarial para la adaptación climática. Sin embargo, también deja claro que los gobiernos deben generar políticas que incentiven la sostenibilidad, reduzcan emisiones y fortalezcan la resiliencia ante desastres naturales.
El cambio climático redefine las estrategias de inversión
Las empresas mexicanas enfrentan una presión creciente por incorporar criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en sus estrategias de negocio. Moody’s subraya que las compañías que no adopten políticas sostenibles podrían perder competitividad y acceso a financiamiento internacional.
La adaptación no es solo una medida ambiental, sino también una estrategia económica. Aquellas organizaciones que implementen tecnologías limpias, gestión hídrica eficiente y programas de reducción de emisiones no solo mitigarán el riesgo, sino que podrán posicionarse como líderes en innovación y responsabilidad ambiental.
Un llamado urgente a la acción climática empresarial
El reporte concluye que el cambio climático no es una amenaza futura, sino una realidad presente que ya afecta la rentabilidad, la seguridad y la competitividad de las empresas mexicanas. Invertir en infraestructura resiliente, mejorar la gestión del agua y reducir las emisiones son pasos imprescindibles para asegurar la estabilidad económica del país.
El desafío está en que tanto el gobierno como el sector privado reconozcan la magnitud del riesgo y trabajen en conjunto para fortalecer la sostenibilidad nacional. La crisis climática no distingue sectores ni fronteras, pero puede ser enfrentada con innovación, cooperación y visión a largo plazo.


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