El caso que conmocionó a Francia
París sigue sacudida por uno de los robos más audaces en la historia moderna de Francia: el asalto al Museo del Louvre, que dejó al descubierto fallas de seguridad en el recinto cultural más visitado del mundo. A casi dos semanas del golpe, la investigación dio un giro inesperado: tres de los siete detenidos fueron liberados, mientras que cuatro siguen bajo proceso judicial.
Las liberaciones que sorprendieron al país
Según confirmaron fuentes judiciales a la agencia AFP, tres personas recuperaron su libertad tras ser interrogadas por la policía francesa. Entre ellas se encuentra una mujer de 38 años, residente en el suburbio de La Courneuve, acusada de complicidad en robo en banda organizada y asociación ilícita. Sin embargo, pese a la gravedad de los cargos, fue puesta bajo detención preventiva mientras se esclarece su papel real en el atraco.
Las abogadas Sofia Bougrine y Noemie Gorin, defensoras de uno de los liberados, criticaron las detenciones masivas calificándolas como “redes de deriva” y aseguraron que muchas de ellas carecen de fundamento sólido. “En estos casos de delitos graves, vemos más una búsqueda desesperada de culpables que una investigación dirigida con precisión”, afirmó Bougrine.
La pista del ADN y los primeros encarcelados
La fiscal de París, Laure Beccuau, confirmó que los dos primeros arrestados fueron inculpados por robo y conspiración criminal. Uno de ellos, un ciudadano argelino de 34 años residente en Francia, fue vinculado directamente al caso gracias a restos de ADN encontrados en una de las motocicletas utilizadas para la huida.
El segundo es un taxista sin licencia de 39 años originario de Aubervilliers, al norte de París, quien habría confesado parcialmente su participación. Ambos fueron encarcelados a la espera de juicio.
Un robo cinematográfico
El asalto, ocurrido la mañana del 19 de octubre, parece sacado de una película de acción. Los ladrones accedieron al museo mediante un montacargas instalado en la vía pública, forzaron las vitrinas con una sierra de disco y en cuestión de minutos se llevaron joyas de la corona francesa valoradas en más de 102 millones de dólares.
Entre las piezas sustraídas se encuentra una diadema de perlas que perteneció a la emperatriz Eugenia y un conjunto de collar y pendientes de zafiros de la reina María Amelia. El grupo huyó en dos motocicletas conducidas por cómplices que esperaban en el exterior del Louvre, logrando desaparecer sin dejar rastro.
Un botín que sigue desaparecido
A pesar de los múltiples arrestos y del despliegue policial en París y sus alrededores, las joyas siguen sin aparecer. La policía francesa, en colaboración con Interpol, mantiene activa la búsqueda internacional del botín. La falta de resultados alimenta teorías sobre la posible exportación ilegal de las piezas a otros países o su venta en el mercado negro de arte.
Tensión y críticas a las autoridades
El caso ha puesto bajo presión a las autoridades francesas, que enfrentan cuestionamientos por la seguridad del Louvre y por la eficacia de las detenciones. Algunos expertos señalan que las liberaciones recientes podrían reflejar una falta de evidencia contundente contra varios de los sospechosos.
El Ministerio de Cultura, por su parte, ha reforzado las medidas de seguridad en museos y sitios históricos tras el incidente. “El Louvre es un símbolo de Francia y de su historia. No podemos permitir que hechos como este se repitan”, señaló un vocero oficial.
La historia detrás de las joyas perdidas
Las joyas robadas no solo poseen un valor económico incalculable, sino también un profundo significado histórico. La diadema de perlas fue un obsequio a la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, mientras que el collar y los pendientes de zafiros formaban parte del ajuar real de María Amelia, última reina de los franceses.
Su desaparición representa una pérdida simbólica para el patrimonio cultural de Francia y un duro golpe a la reputación del museo más visitado del planeta.
Un misterio que apenas comienza
Mientras algunos sospechosos enfrentan prisión preventiva, la investigación continúa abierta. La policía busca reconstruir la cadena de complicidades que permitió un golpe de semejante magnitud en pleno corazón de París. Las autoridades no descartan que detrás del robo haya una red internacional de tráfico de arte y antigüedades.
El tiempo corre, y cada día que pasa sin rastro del botín aumenta la presión sobre la fiscalía y los cuerpos de seguridad. Francia mira con expectación cómo se desarrolla uno de los casos más mediáticos de la década.


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