sábado, diciembre 27, 2025

El riesgo oculto del Lorazepam que muchos ignoran

El Lorazepam (vendido bajo marcas como Ativan, entre otras) es uno de los ansiolíticos más recetados en el mundo. Actúa sobre el sistema nervioso central para producir un efecto calmante y es muy eficaz para el tratamiento a corto plazo de la ansiedad severa, el insomnio o las crisis de pánico. Sin embargo, el problema, como advierten las agencias reguladoras como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU., radica en su uso crónico.

Una Solución a Corto Plazo con Consecuencias a Largo Plazo

La alerta, a menudo ignorada tanto por pacientes como por algunos prescriptores, es clara: las benzodiacepinas no están recomendadas para un uso superior a 2-4 semanas. Superado este umbral, no solo aumenta drásticamente el riesgo de dependencia y adicción, sino que empiezan a manifestarse efectos nocivos sobre el cerebro.

El Vínculo con el Deterioro Cognitivo y la Demencia

La evidencia científica que conecta el uso prolongado de benzodiacepinas con daños cognitivos es robusta y preocupante. Un estudio de gran impacto publicado en el British Medical Journal (BMJ) siguió a miles de adultos mayores durante varios años. Los hallazgos fueron alarmantes:

  • Las personas que habían usado benzodiacepinas durante tres a seis meses tenían un 32% más de riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
  • Aquellos que las usaron por más de seis meses vieron ese riesgo aumentar hasta en un 84%.

Otro estudio, publicado en JAMA Psychiatry, analizó la relación dosis-respuesta. Encontró que no solo la duración del tratamiento, sino también la dosis acumulada a lo largo del tiempo, se correlacionaba directamente con un mayor riesgo de demencia. Los investigadores postulan que estos fármacos pueden afectar la neuroplasticidad y la consolidación de la memoria, acelerando procesos neurodegenerativos.

Los riesgos asociados al uso prolongado de Lorazepam incluyen:

  • Deterioro de la memoria: Dificultad para recordar información nueva.
  • Disminución de la velocidad de procesamiento: Pensamiento más lento.
  • Problemas de atención y concentración.
  • Mayor riesgo de caídas y fracturas: Especialmente en la población de edad avanzada, debido a la sedación y la alteración del equilibrio.
  • Dependencia y síndrome de abstinencia: La retirada del fármaco puede ser severa, con síntomas como insomnio de rebote, ansiedad, temblores e incluso convulsiones.

La Reducción del Riesgo: Una Estrategia Necesaria

La recomendación de los expertos, respaldada por guías clínicas internacionales, es clara: se debe reevaluar constantemente la necesidad de continuar el tratamiento con Lorazepam. Si es necesario un tratamiento a largo plazo para la ansiedad, se deben priorizar otras opciones más seguras como los antidepresivos (ISRS/ISRN) y las terapias no farmacológicas.

La terapia cognitivo-conductual (TCC), por ejemplo, ha demostrado en numerosos ensayos clínicos, como los recopilados por la Asociación Americana de Psicología (APA), ser tan o más efectiva que las benzodiacepinas para los trastornos de ansiedad, pero sin sus efectos adversos.

Si actualmente consumes Lorazepam de forma crónica, es fundamental no suspenderlo abruptamente. Habla con tu médico para establecer un plan de reducción gradual y seguro. La ciencia nos da una alerta clara: este medicamento es una herramienta útil para crisis, pero un compañero peligroso a largo plazo.

Caro Ira
Caro Ira
Caro Ira es una destacada colaboradora en medios digitales, aportando su conocimiento y experiencia en deportes, tecnología y entretenimiento. Su habilidad para crear narrativa cautivadora para audiencias digitales garantiza contenido relevante y atractivo. Su experiencia en estos nichos específicos refuerza la autoridad y fiabilidad de nuestros artículos en estas áreas.
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