Bernardo Moncada, un supuesto sacerdote colombiano que durante años fue señalado por diócesis de México y el extranjero por lucrar con la fe y organizar eventos religiosos sin autorización, fue detenido el pasado 9 de agosto en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara.
La Policía de Investigación (PDI) de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) ejecutó la orden de aprehensión por el presunto abuso sexual de una menor de 15 años ocurrido entre 2022 y 2024 en la alcaldía Coyoacán, Ciudad de México. Tras su arresto, Moncada fue trasladado al Reclusorio Oriente, donde enfrentará un proceso penal.
Un historial de advertencias ignoradas
Las primeras alertas datan de 2019, cuando la diócesis de San José, California, declaró “no bienvenido” a Moncada por actividades de recaudación de fondos no autorizadas, junto al fundador de los Misioneros Marianos.
En 2022, la diócesis de Colima advirtió que Moncada no tenía licencia ministerial ni respaldo de la Iglesia, pidiendo a los fieles evitar un retiro de “sanación y liberación” que planeaba organizar.
En enero de 2024, la diócesis de León, Nicaragua, denunció públicamente que Moncada realizaba eventos religiosos privados con fines lucrativos, celebrando sacramentos inválidos y acumulando señalamientos de otras diócesis.
Incluso este 2025, el Obispado de Aguascalientes alertó sobre un evento encabezado por él, describiéndolo como “sacerdote irregular” con “problemas graves” y sin aval eclesiástico.
Acusaciones más allá del abuso sexual
Según la carpeta de investigación, la víctima denunció que Moncada la amenazó con dañar a sus padres, presumiendo contactos con el crimen organizado. Además, se sabe que viajaba constantemente al extranjero y buscaba obtener residencia legal en México.
La PDI, en coordinación con la Dirección General de Control y Verificación Migratoria, rastreó sus movimientos y aprovechó su llegada desde Panamá para concretar su detención en Guadalajara.
La fe como fachada para el fraude
Las investigaciones revelan que Moncada ofrecía “misas de sanación” y “retiros espirituales” para recaudar dinero, sin autorización de la Iglesia y valiéndose de su supuesta investidura sacerdotal.
La propia autoridad eclesiástica insiste en que los sacramentos que celebraba eran inválidos y que sus acciones respondían a un interés económico, no religioso.
Un caso que reabre el debate sobre la protección de los fieles
La detención de Bernardo Moncada no solo representa el cierre de un caso judicial, sino que plantea preguntas sobre la falta de control para frenar a personas que se hacen pasar por clérigos.
Mientras el proceso legal avanza, el caso se suma a otros que evidencian la necesidad de reforzar la supervisión eclesiástica y la colaboración con autoridades civiles para proteger tanto la fe como la integridad de las personas.


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