En un gesto de desafío a Washington, el gobierno de Nicolás Maduro ha rechazado categóricamente las nuevas sanciones de EE.UU. contra Cuba, cerrando filas con su aliado histórico y utilizando una fuerte retórica antiimperialista para reforzar su propia posición política.
Mientras Venezuela atraviesa una de las crisis más profundas de su historia, el gobierno de Nicolás Maduro ha decidido enfocar su artillería diplomática en un frente externo: la defensa de Cuba. Tras el anuncio de nuevas sanciones por parte de Estados Unidos contra el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y otros altos funcionarios de la isla, Caracas emitió una enérgica condena, acusando a Washington de ser el «responsable directo del sufrimiento del pueblo cubano».
Este movimiento, más que un simple acto de solidaridad ideológica, revela una calculada estrategia geopolítica que busca fortalecer el eje Caracas-La Habana como un bastión de resistencia frente a lo que ambos regímenes denominan el «imperialismo estadounidense».
Un Rechazo Frontal y una Promesa Bolivariana
Las sanciones de Estados Unidos, que incluyen la restricción a 11 hoteles vinculados al gobierno cubano, fueron impuestas como respuesta a la situación de derechos humanos en la isla. La reacción de Venezuela fue inmediata y contundente.
En un comunicado, el gobierno de Maduro no solo rechazó las medidas, sino que lanzó una promesa de apoyo incondicional, invocando a los grandes símbolos de la izquierda latinoamericana:
«Sepan que cuentan con Venezuela y el ALBA-TCP para materializar el sueño de (Simón) Bolívar, (José) Martí, Fidel (Castro) y (Hugo) Chávez». – Gobierno de Nicolás Maduro.
Este mensaje se enmarca en un discurso consistente de desafío. En actos públicos, Maduro reitera que no se rinde ni se doblega ante Washington y que solo obedece al «pueblo soberano». Esta postura se mantiene incluso en un clima de máxima tensión, donde Estados Unidos ha llegado a aumentar la recompensa por su captura por presuntos delitos de narcotráfico, y su gobierno denuncia constantemente conspiraciones en su contra.
La Verdad sin Rodeos: La Geopolítica como Escudo Político
Para entender la vehemencia de la defensa de Maduro a Cuba, es necesario mirar más allá de la ideología compartida. Para el gobierno venezolano, la política exterior es una herramienta fundamental de supervivencia política interna.
Al posicionarse como el líder, junto a Cuba, de un frente de resistencia anti-EE.UU., Maduro logra varios objetivos estratégicos:
- Crear un Enemigo Externo: Consolida la narrativa de que los graves problemas de Venezuela (crisis económica, humanitaria, de servicios) no son producto de su gestión, sino el resultado de un «bloqueo criminal» y un «ataque imperialista», una historia que replica el discurso cubano.
- Desviar la Atención: El enfoque en la geopolítica internacional sirve para desviar la atención mediática y ciudadana de los acuciantes problemas cotidianos que enfrenta la población venezolana.
- Fortalecer su Base: El discurso antiimperialista es un poderoso aglutinador para su base de apoyo más radical, manteniendo viva la llama de la «revolución bolivariana».
En esencia, la defensa de Cuba funciona como un escudo. Mientras más fuerte sea la percepción de una amenaza externa, más fácil es justificar el control interno y deslegitimar a la oposición, a la que frecuentemente acusa de ser «títere» de los intereses estadounidenses. La alianza con La Habana no es solo una afinidad, es una necesidad estratégica para la permanencia de Maduro en el poder.


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