Hace apenas unos años, el Alzheimer era sinónimo de diagnóstico tardío y pocas opciones. Hoy, gracias a la ciencia, este panorama comienza a cambiar. La publicación de una serie de artículos en The Lancet por 40 expertos de 14 países, liderados por Giovanni Frisoni, muestra que la detección precoz y los tratamientos innovadores abren una verdadera “nueva era” en la enfermedad.
La neuropsicóloga argentina Lucía Crivelli, única especialista de su país incluida en el panel, destacó que la combinación de biomarcadores plasmáticos, técnicas de imagen y análisis de líquido cefalorraquídeo permite identificar el Alzheimer años antes de los síntomas clínicos, ofreciendo la posibilidad de intervenir tempranamente.
Biomarcadores: detectando antes de que aparezcan los síntomas
Uno de los avances más significativos son los biomarcadores en sangre que detectan alteraciones de proteínas como la amiloide y la tau. Según Crivelli, esto marca un cambio de paradigma:
“La detección precoz y los tratamientos modificadores ofrecen una esperanza tangible de cambiar el curso de la enfermedad”.
El neurólogo Alejandro Andersson agrega que estos biomarcadores permiten un diagnóstico accesible y menos invasivo, hasta 15 o 20 años antes de los primeros síntomas, lo que abre un abanico de estrategias preventivas y terapéuticas.
Nuevos tratamientos: ralentizando la progresión del Alzheimer
El segundo pilar de esta nueva era son los anticuerpos monoclonales, como lecanemab y donanemab, que ralentizan la progresión clínica en etapas iniciales. Estos tratamientos no curan la enfermedad, pero retrasan el deterioro cognitivo y funcional, otorgando a pacientes y familias más tiempo de calidad.
Crivelli y Beltramini coinciden en que estos fármacos requieren controles estrictos y no sustituyen la prevención ni el abordaje integral de la enfermedad.
Prevención: actuar sobre los factores de riesgo
El tercer eje clave es la prevención de factores de riesgo modificables, identificados en 14 puntos por la Lancet Commission. Intervenir sobre estos factores, junto con estrategias de detección temprana, puede reducir la incidencia de demencia y retrasar la aparición de síntomas.
Crivelli destaca que la ventana preclínica permite actuar hasta 20 años antes de la manifestación de la enfermedad, ofreciendo oportunidades únicas de intervención.
Desafíos del sistema de salud
Estos avances presentan desafíos: acceso a biomarcadores e imagenología, capacitación de profesionales y preparación de infraestructura para terapias complejas. Además, los costos elevados y la logística de infusiones requieren planificación estratégica para que los beneficios lleguen a toda la población.
El profesor Frisoni señala que la combinación de diagnóstico precoz, tratamientos biológicos y prevención impulsa la atención hacia un territorio completamente nuevo, redefiniendo la relación entre ciencia, política y bienestar social.


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