A principios de mes, un video estremeció las redes sociales: Christian de Jesús Rojas Martínez fue captado golpeando brutalmente a su novia en Tamaulipas. Pero el evento tuvo un giro inesperado gracias a Danna, quien es amiga de la víctima, quien intervino valientemente para defenderla y buscar ayuda.
Mientras Danna actuó con decisión y valentía, las autoridades mostraron la otra cara de la moneda. Presentes en el lugar, la policía se negó a detener al agresor debido a la falta de una orden de arresto. Hoy, el agresor está prófugo, mientras que el caso refleja la cruda realidad de las víctimas de violencia en México.
Una frase que resuena: “Me cuidan mis amigas, no la policía”
El lema «Me cuidan mis amigas, no la policía» se ha popularizado dentro de los movimientos feministas y encapsula el sentimiento de frustración hacia las instituciones que deberían proteger a las mujeres. La experiencia de revictimización en los procesos legales y la falta de capacitación adecuada de policías, ministerios públicos y fiscales desalientan a las víctimas a buscar ayuda formal.
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2021) del INEGI, las cifras son alarmantes:
- 94.7% de las víctimas de violencia comunitaria no denuncian.
- 78.3% de las mujeres que sufren violencia de pareja tampoco lo hacen.
Las razones más comunes incluyen el miedo, la desconfianza en las autoridades y la vergüenza, dejando a las víctimas en un estado de indefensión institucional.
Las redes de apoyo: el refugio que salva vidas
En este contexto, las amigas, familiares y aliadas se convierten en el pilar de supervivencia para las víctimas. La ENDIREH señala que, cuando las mujeres comparten su experiencia, lo hacen principalmente con personas cercanas:
- Familiares y amistades son los primeros puntos de apoyo.
- Abogados e instituciones ocupan el último lugar en quienes las mujeres confían.
El rol de estas redes va más allá del acompañamiento emocional. Muchas veces, estas personas son quienes defienden, acompañan a denunciar, cuidan hijos y exigen justicia, tal y como demostró Danna al salvar a Melanie.
El impacto emocional del apoyo femenino
Tal vez no sepas pero las redes de apoyo crean un espacio seguro donde las víctimas:
- Se sienten creídas y validadas.
- Encuentran el ánimo para romper el ciclo de la violencia.
- Pueden iniciar un proceso de recuperación física y emocional.
El acompañamiento no se limita a la contención emocional, sino que también implica una solidaridad activa: defenderlas en situaciones de peligro, marchar para exigir justicia o incluso cuidar de sus hijos cuando ellas no pueden.
Reconociendo a las que sí nos cuidan
En este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es esencial reconocer a las mujeres que, desde sus posibilidades, son un faro de esperanza:
- A las amigas que escuchan y no juzgan.
- A las que defienden con valentía.
- A las que marchan y alzan la voz en nombre de las víctimas.
- A las que exigen justicia cuando la víctima ya no puede hacerlo.
El reto institucional: un cambio urgente
Aunque las redes femeninas han demostrado ser cruciales, es necesario que las instituciones:
- Fortalezcan protocolos de atención: capacitando a las autoridades para responder con sensibilidad y eficiencia.
- Eviten la revictimización: garantizando procesos legales claros y respetuosos.
- Promuevan campañas de denuncia accesibles: que brinden confianza y anonimato a las víctimas.
- El caso de Melanie y Danna es un recordatorio de que, mientras las instituciones evolucionan, las redes de apoyo entre mujeres son una línea de defensa vital contra la violencia de género. Estas redes no solo cuidan, sino que también salvan vidas.
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