Las lágrimas emocionales: un vínculo con nuestra humanidad
Las lágrimas, según explica la doctora Alicia Castillo de la UNAM, van mucho más allá de ser una simple respuesta física. Hay un tipo de lágrimas que nos distingue como humanos: las emocionales. Son esas que nos acercan al otro, que evidencian nuestra vulnerabilidad y nos conectan con nuestra esencia.
Ya sea por tristeza, alegría o asombro, estas lágrimas llevan consigo neurotransmisores y hormonas que no solo liberan estrés, sino que también nos recuerdan que estamos vivos y que somos capaces de sentir profundamente.
Un mundo que nos desafía: razones para llorar al cerrar el 2024
El mapa del dolor global
El 2024 nos deja con divisiones radicales, guerras inacabables y una falta de diálogo que parece inverosímil tras años de lucha por procesos democráticos. Las lágrimas de tristeza y frustración abundan, y no es para menos.
En México, la violencia alcanza niveles devastadores:
- Madres buscadoras amenazadas mientras buscan a sus hijos.
- Estados como Sinaloa, Michoacán y Guanajuato convertidos en zonas minadas.
- Feminicidios y desapariciones que claman por justicia.
Además, las políticas restrictivas de migración, encabezadas por figuras como Donald Trump, convierten nuestras fronteras en espacios de desesperación y violencia.
Lágrimas de esperanza: la belleza que nos conmueve
El poder de la conmoción
Frente a un panorama tan desolador, hay otro tipo de lágrimas que nos recuerdan lo bueno y lo asombroso de estar vivos. Son esas que surgen ante un momento de belleza inesperada:
- Una melodía conmovedora, como Lascia chi’o pianga o Suzanne de Leonard Cohen.
- La ternura de un abrazo, un amanecer o el sueño tranquilo de un niño.
- El arte y la naturaleza, desde un cuadro de Turner hasta la luz parpadeante del mar.
Estas lágrimas no buscan empatía ni compasión. Son privadas, íntimas, un recordatorio de que aún podemos asombrarnos.
Un momento para recuperar nuestra humanidad perdida
Cuando las lágrimas faltan
Perder la capacidad de llorar puede ser como apagar una parte esencial de nuestra humanidad. Lo supe, como muchos, en un momento de insensibilidad forzada por la vida. Fue en una fría mañana junto al río Manzanares de Madrid cuando, al ver la ternura de un hombre cuidando a su anciano padre, las lágrimas volvieron a mí. Eran lágrimas de asombro, de gratitud por lo pequeño y lo eterno.
Deseos para el 2025: que lloremos por la belleza, no por el dolor
Lágrimas que iluminen, no que oscurezcan
Al cerrar el 2024, mi deseo es que sus lágrimas no sean de angustia, sino de conmoción. Que las glándulas oculares trabajen para liberar emoción ante:
- Un libro que los atrape.
- La luna en cualquiera de sus fases.
- La armonía de un coro o un verso que toque su alma.
- El reflejo del sol en el mar o una mano cálida entrelazada con la suya.
Un cierre con esperanza
En un mundo lleno de violencia y división, es posible hablar menos de oscuridad y más de la luz que surge de nuestra capacidad para crear, cuidar y amar. Que el 2025 sea un año donde los titulares hablen menos de tragedias y más de asombros, creatividad y ternura.
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