Durante décadas, la creencia popular ha sostenido que el ejercicio es la clave definitiva para perder peso. Las calorías quemadas en una caminadora eran símbolo de progreso, y la industria del fitness lo reforzó con cada rutina diseñada para «quemar grasa«. Pero, ¿y si el cuerpo humano tuviera otros planes?
El antropólogo Herman Pontzer, de la Universidad de Duke, se propuso responder esta pregunta estudiando a la tribu Hadza, en Tanzania. A pesar de llevar una vida físicamente activa, sus niveles de gasto energético diario eran similares a los de una persona sedentaria en el mundo occidental. Este descubrimiento lo llevó a formular la hipótesis del gasto energético constrictivo: el cuerpo humano regula su consumo calórico y se adapta para mantenerlo constante, incluso con altos niveles de actividad física.
Storytelling: lo que la báscula no te cuenta
Ana, una mujer de 35 años, comenzó a correr cinco veces por semana. Después de tres meses, su báscula apenas se movía. Frustrada, pensó que algo hacía mal. En realidad, su historia es común. Según los datos, muchas personas —especialmente mujeres— no experimentan una pérdida de peso significativa solo con ejercicio. ¿La razón? El cuerpo se adapta y compensa: reduce otras formas de gasto energético o aumenta el apetito.
Este fenómeno fue también observado en atletas de resistencia. Estudios en participantes del Tour de Francia mostraron que, tras semanas de actividad extrema, el cuerpo encontraba maneras de reducir su consumo energético y se estabilizaba en torno a las 4,000 calorías diarias.
El verdadero peso del metabolismo
Los órganos del cuerpo —cerebro, corazón, hígado— consumen gran parte de nuestras calorías diarias. De hecho, pequeños movimientos como caminar o mantenerse de pie pueden quemar más calorías a lo largo del día que una sesión de gimnasio. El profesor Javier Gonzalez, de la Universidad de Bath, señaló que este tipo de actividad puede contribuir hasta con 1,000 calorías diarias.
Esto no significa que el ejercicio no sea beneficioso. Mejora la salud mental, la resistencia ósea, y previene enfermedades. Pero para perder grasa, la dieta sigue siendo la herramienta más eficaz.
El papel de la dieta en la pérdida de grasa
Reducir el consumo calórico a través de una alimentación equilibrada crea un déficit energético más eficiente. Es decir, se pierde grasa más rápido si se controla lo que se come que si solo se incrementa el ejercicio físico. Comer conscientemente, cuidar las porciones y evitar calorías vacías son estrategias que, combinadas con actividad física, maximizan los resultados.
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