En los helados confines del mar de Barents, la actividad militar rusa ha despertado la atención de analistas y servicios de inteligencia occidentales. A pocos días de la cumbre entre Vladimir Putin y Donald Trump en Alaska, imágenes satelitales revelan que Moscú podría estar preparando el lanzamiento de uno de sus proyectos más polémicos: el misil de crucero nuclear 9M730 Burevestnik, conocido por la OTAN como SSC-X-9 Skyfall.
La mirada de los satélites
Los investigadores Jeffrey Lewis y Decker Eveleth no necesitan estar en el Ártico para saber que algo se está gestando. Analizando imágenes recientes de Planet Labs, ambos detectaron un incremento inusual de movimiento en el polígono de pruebas de Pankovo, en el archipiélago de Novaya Zemlya.
Las fotos muestran la llegada de grandes cantidades de suministros, desplazamientos de personal y equipos, además de buques y aeronaves similares a los usados en ensayos anteriores del Burevestnik. “Podemos ver toda la actividad logística y el área de lanzamiento preparada”, explicó Lewis.
Un misil envuelto en misterio
Putin no ha dudado en describir el Burevestnik como un arma “invencible” capaz de esquivar cualquier sistema de defensa antimisiles, con alcance prácticamente ilimitado y trayectorias impredecibles. Sus críticos, sin embargo, matizan que su historial técnico es problemático: según la Nuclear Threat Initiative, solo dos de los 13 ensayos conocidos fueron parcialmente exitosos.
Además, el uso de propulsión nuclear plantea riesgos de contaminación radiactiva a lo largo de su recorrido. Esto no ha detenido al Kremlin, que considera este desarrollo clave frente a iniciativas como el escudo antimisiles estadounidense Golden Dome, desplegado por Trump en enero.
Silencio oficial y especulación internacional
Mientras las especulaciones crecen, la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA han optado por no comentar públicamente la posible prueba. Del lado ruso, el Ministerio de Defensa guarda el mismo silencio.
Una fuente de seguridad occidental, bajo condición de anonimato, confirmó a Reuters que el ensayo podría realizarse esta misma semana, coincidiendo con la cumbre Trump-Putin. El simbolismo sería imposible de ignorar: un mensaje de poder militar justo en el momento en que ambos líderes discuten sobre Ucrania y seguridad global.
Señales en el aire
Otro indicio inquietante es la presencia de dos aviones especializados en recopilación de datos de pruebas nucleares, estacionados desde mediados de julio en la base militar de Rogachevo, también en Novaya Zemlya. Las imágenes muestran estructuras con cúpulas de radar en forma de platillo, utilizadas para el seguimiento de misiles.
Estos detalles apuntan a que el Kremlin busca medir con precisión cada variable de su ensayo, desde la trayectoria hasta el desempeño del sistema de propulsión nuclear.
Un tablero geopolítico más tenso
La posible prueba del Burevestnik no solo tiene implicaciones técnicas, sino también estratégicas. En un contexto donde las tensiones entre Rusia y Occidente se agudizan, cualquier avance en armamento nuclear de largo alcance puede reconfigurar el equilibrio militar.
Si el lanzamiento se concreta justo antes o durante la cumbre de Alaska, podría interpretarse como una jugada calculada para reforzar la posición negociadora de Putin. La pregunta es si esta demostración de fuerza acercará a las partes a un nuevo acuerdo de control de armas… o si avivará aún más la carrera armamentista.


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