El viernes por la noche, mientras muchos celebraban un día festivo en China, el Ministerio de Finanzas lanzó un comunicado que sacudió al mundo: Pekín impondrá aranceles del 34% a todos los productos estadounidenses. Era la respuesta directa a las medidas anunciadas días antes por Donald Trump, que había elevado los aranceles a productos chinos hasta un 54%.
La represalia no se quedó solo en los gravámenes. Pekín presentó una demanda formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), restringió exportaciones clave como tierras raras y vetó la importación de sorgo, productos avícolas y harina de huesos de empresas estadounidenses.
El mensaje era claro: China no se doblegaría.
“China entró en pánico”, dice Trump; los mercados no opinan lo mismo
Desde su red Truth Social, Trump reaccionó con desdén: “China se equivocó. ¡Lo único que no se pueden permitir!”. Sin embargo, las bolsas del mundo no compartieron su confianza.
Wall Street vivió sus peores dos jornadas desde la pandemia de 2020. El Dow Jones, el Nasdaq y el S&P 500 cayeron más de un 5%. En Europa, los índices de Londres, París y Fráncfort también se desplomaron. Asia no fue la excepción. La guerra comercial ya no era un juego político; era un terremoto económico.
Pekín va más allá: restricciones, listas negras y advertencias
China no solo impuso aranceles. También anunció:
- Restricción de tierras raras como el samario y el gadolinio, fundamentales para tecnología de punta.
- Prohibición de productos de uso dual a 16 empresas estadounidenses.
- Lista negra de 11 empresas vinculadas a cooperación militar con Taiwán.
- Investigación antidumping sobre productos médicos estadounidenses usados en tomografías.
Estas medidas estratégicas buscan golpear industrias clave de EE.UU., desde la salud hasta la defensa.
Xi Jinping, la calma en medio del caos
Mientras todo esto ocurría, Xi Jinping y los siete miembros del Comité Permanente del Politburó plantaban árboles. Sí, árboles. Una imagen simbólica de estabilidad frente al caos, que decía mucho sin necesidad de palabras: “Esto es China, y no nos intimidamos”.
Lejos de mostrar preocupación, el liderazgo chino proyectó seguridad. Esto contrasta con la retórica agresiva de Trump, quien aseguró que solo “los débiles caerán”.
Un futuro incierto para la economía mundial
Las dos economías más grandes del planeta están en confrontación abierta. Sin señales de ceder, el conflicto podría empujar a China a fortalecer lazos con otros países, dejando fuera a Estados Unidos.
Esto afectaría no solo a las grandes corporaciones, sino a los consumidores, que enfrentarán precios más altos y menos opciones.
Un nuevo orden comercial podría estar formándose ante nuestros ojos. ¿Será este el principio de una recesión global o el despertar de una nueva era geoeconómica?
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