martes, diciembre 23, 2025

¿Propaganda o identidad? El caos de los nombres de calles en México

La nomenclatura urbana es más que una simple referencia geográfica; es una herramienta poderosa para preservar la memoria histórica y reflejar la identidad cultural de una sociedad. Sin embargo, en México, los nombres de calles han sido objeto de controversia, y en algunos casos, se han convertido en vehículos de propaganda política.

Un caso reciente y paradigmático es el de Tultitlán, Estado de México, donde calles fueron renombradas con frases como “Becas del Bienestar” o “Jóvenes Construyendo el Futuro”. Este acto, más que fortalecer el sentido de comunidad, parece un intento de perpetuar una narrativa política vinculada al anterior gobierno federal.

Respuesta oficial: tibieza frente al desorden

La reacción de la presidenta de la República no pudo ser más esquiva:
“Es decisión de ellos”, afirmó desde el púlpito presidencial. Sin embargo, la pregunta queda en el aire: ¿quiénes son “ellos”? ¿La alcaldesa, el cabildo, o los ciudadanos del municipio?

Esta postura deja un vacío en la discusión sobre los límites de la autonomía municipal frente a decisiones que impactan la memoria colectiva y el orden urbano.

Históricos desaciertos en la nomenclatura urbana

El caso de Tultitlán no es único. La historia de México está llena de ejemplos donde las calles han sido renombradas sin lógica, criterio o respeto por la memoria histórica.

Calle Mariscal Rommel, Azcapotzalco

Un homenaje inexplicable al líder militar nazi Erwin Rommel, en un país que históricamente rechazó el fascismo.

Calles José Stalin y León Trotski, Venustiano Carranza

Estas calles paralelas son un recordatorio incómodo de dos figuras históricas controvertidas. Stalin, responsable de millones de muertes, y Trotski, víctima y verdugo a la vez, se encuentran irónicamente unidos en la nomenclatura urbana.

El surrealismo de Lago Gascasónica, Tacuba

Esta calle, cuyo nombre es un extraño híbrido entre el Golfo de Salónica y el general Celestino Gasca, es un ejemplo del desinterés por preservar la coherencia histórica en la nomenclatura de la ciudad.

¿Qué está en juego con los nombres de las calles?

Como argumentó José Moreno Villa, exdirector de la Academia Mexicana de la Lengua:
“Si la integridad de los monumentos históricos o artísticos está defendida jurídicamente por leyes severas, no veo por qué los nombres de verdadera raigambre deban modificarse por el capricho de unos pocos.”

Los nombres de las calles son, en esencia, monumentos textuales que cuentan la historia de una sociedad. Alterarlos de manera arbitraria no solo desorienta a los ciudadanos, sino que erosiona la memoria colectiva.

Una propuesta para recuperar el orden

Es imperativo que las autoridades locales y federales establezcan criterios claros y transparentes para la nomenclatura urbana. Una Comisión Nacional de Nomenclatura podría:

  • Proteger nombres históricos que reflejen la identidad y la memoria cultural.
  • Evitar oportunismos políticos que desvirtúan el propósito de la nomenclatura.
  • Involucrar a la ciudadanía en el proceso de renombrar calles, fomentando un sentido de pertenencia y respeto por el patrimonio.

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