México vive este lunes una jornada de crisis nacional bajo el asedio de la naturaleza. Mientras el ciclón post-tropical «Dalila» golpea con furia los estados del sur, obligando a la activación del Plan DN-III-E, la Ciudad de México se ahoga bajo un diluvio que ha colapsado la movilidad y provocado inundaciones históricas.
El país se encuentra partido en dos por fenómenos meteorológicos extremos que actúan de forma simultánea, poniendo a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades y evidenciando la creciente vulnerabilidad de la nación ante el cambio climático. Es un escenario de «lluvia sobre mojado», literal y metafóricamente, que afecta a millones de mexicanos desde la costa del Pacífico hasta el Valle de México.
Plan DN-III-E activado: «Dalila» golpea el sur
Aunque «Dalila» se ha degradado a ciclón post-tropical, sus remanentes continúan causando estragos. La Guardia Nacional ha desplegado el Plan de Auxilio a la Población Civil en Casos de Desastre (Plan DN-III-E) en Guerrero, uno de los estados más afectados, para realizar labores de rescate y apoyo a la ciudadanía.
Las bandas nubosas del sistema, combinadas con canales de baja presión, mantienen en alerta máxima a una vasta región del país. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ha emitido advertencias por lluvias torrenciales, posibles deslaves e inundaciones en Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y el sur de Veracruz. Las autoridades han exhortado a la población en zonas de riesgo a extremar precauciones y mantenerse informados sobre la evolución del fenómeno, que ha dejado daños en infraestructura costera y cortes de energía.
Capital bajo el agua: CDMX paralizada por un diluvio histórico
Al mismo tiempo, a cientos de kilómetros de distancia, la Ciudad de México vive su propia pesadilla hídrica. Lluvias torrenciales, que en algunas zonas han estado acompañadas de granizo, han sumido a la capital en el caos. La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil activó la Alerta Naranja para 11 alcaldías, una medida que refleja la severidad de la situación.
Las consecuencias son devastadoras:
* Inundaciones masivas: Vialidades principales como Circuito Interior, Viaducto Miguel Alemán y Calzada Ignacio Zaragoza se han convertido en ríos, con pasos a desnivel completamente anegados.
* Zonas críticas: La alcaldía Iztapalapa es una de las más golpeadas. La Central de Abasto, el corazón económico y alimentario de la metrópoli, reporta inundaciones de hasta un metro de profundidad, con vehículos de carga atrapados y mercancía perdida.
* Colapso del transporte: El Sistema de Transporte Colectivo Metro opera con «marcha de seguridad» en al menos 10 de sus líneas, provocando retrasos monumentales, aglomeraciones y desesperación entre millones de usuarios.
* Drama humano: Las redes sociales se han llenado de testimonios de ciudadanos atrapados en sus vehículos, hogares inundados con aguas negras y la pérdida de patrimonio.
«No pensé que el agua subiera tan rápido… tuve que escaparme por la ventana», relató Manuel, un conductor cuyo vehículo quedó sumergido en un bajo puente de la alcaldía Iztacalco.
Una prueba de estrés para la nación
La simultaneidad de estas dos crisis climáticas representa una prueba de estrés sin precedentes para México. Los recursos de emergencia, tanto federales como locales, se ven estirados al máximo para atender desastres de gran magnitud en frentes geográficos distintos.
Este doble golpe evidencia una dura realidad: la infraestructura del país, desde los sistemas de drenaje en la capital hasta las defensas costeras en el sur, se muestra insuficiente ante la nueva normalidad de eventos climáticos extremos. La conversación nacional, dominada por la política y la seguridad, se ve forzada a incluir una pregunta urgente: ¿Está México preparado para un futuro donde estas emergencias simultáneas sean la regla y no la excepción?


TE PODRÍA INTERESAR