En la Ciudad de México, en un bajopuente que miles cruzan cada día sin detenerse, la disputa por el despojo de agua encontró nuevas formas de hacerse visible. Entre brochas, aerosoles y una lona blanca que había sido colocada para ocultar un mural anterior, el artista urbano Vlocke Negro volvió a intervenir el espacio acompañado de vecinas y vecinos de Santa Úrsula Coapa. Lo que inició como una protesta silenciosa se transformó en una escena de arte vivo que, de pronto, dejó claro que esta lucha está lejos de apagarse.
Arte comunitario para denunciar el despojo de agua
La intervención titulada No hay juego limpio en tierra despojada había sido borrada días antes por la alcaldía, pese a su profundo simbolismo. Sin embargo, la comunidad no estaba dispuesta a olvidar. Por eso, cuando Vlocke Negro convocó a la “restauración”, jóvenes, adultos mayores y familias llegaron para presenciar cómo el arte volvía a ocupar el espacio del que había sido expulsado.
El bajopuente frente al Estadio Azteca se convirtió entonces en un foro abierto. No era solo pintura sobre una lona improvisada; era un recordatorio de que, mientras se preparan las obras para el Mundial 2026, las necesidades primordiales de los habitantes —especialmente el acceso al agua— siguen siendo ignoradas.
Vecinos denunciaron que, mientras ellos enfrentan escasez, el pozo concesionado a Televisa continúa operando para abastecer instalaciones privadas. Esa es la raíz de su lucha contra el despojo de agua, que a mitad del texto se vuelve aún más urgente cuando se escucha en voz de quienes lo padecen.
Santa Úrsula Coapa y el territorio que resiste
Natalia Lara Trejo, integrante de la Asamblea Vecinal contra las Megaconstrucciones Tlalpan-Coyoacán, explicó que el espacio del bajopuente ya pertenece oficialmente al pueblo originario. Esto implica que ninguna empresa puede intervenirlo sin autorización.
Y sin embargo, la publicidad apareció sin permiso; una violación más a los derechos comunitarios. Esta contradicción encendió la inconformidad: “Si alguien está en la ilegalidad no somos nosotros”, señalaron.
La lona blanca colocada para ocultar el anuncio se transformó en símbolo de resistencia. Lo que se pretendía como borrado se convirtió en lienzo. Lo que debía ocultar, terminó exponiendo.
Mundial 2026, gentrificación y arte como defensa del territorio
Los pobladores han denunciado la gentrificación acelerada que ha traído consigo la remodelación urbana alrededor del Estadio Azteca. Aseguran que las obras hídricas que se ejecutan para el evento deportivo no contemplan sus necesidades, pero sí las de corporaciones privadas.
Por eso, cada mural, cada color trazado sobre ese bajopuente, cuenta una historia: la lucha por un territorio que siente que está siendo despojado frente a intereses comerciales.
Vlocke Negro lo resumió: “El arte convoca comunidad, y la comunidad defiende lo que es suyo”.
Publicidad ilegal y resistencia vecinal
La persona encargada de colocar el anuncio publicitario afirmó simpatizar con la causa y aseguró que la lona sería un “bastidor listo para manifestaciones”. Pero para los vecinos, esto solo evidencia un patrón: espacios públicos entregados a empresas sin considerar a quienes han vivido ahí por generaciones.
El Gobierno de la Ciudad de México, según informó la comunidad, prometió convertir ese bajopuente en un jardín captador de agua. De cumplirse, sería una victoria mínima pero significativa en un contexto marcado por desigualdades estructurales.
Un acto artístico que se vuelve memoria colectiva
La acción comunitaria no fue solo un mural restaurado: fue un recordatorio de que el arte puede convertirse en testimonio, archivo vivo y herramienta política. Vecinas y vecinos recuperaron un pedazo del espacio público, resignificando un lugar que intentaron silenciar.
Al caer la tarde, los últimos trazos quedaron secos sobre la lona. Y aunque el mural vuelva a ser borrado —algo que los pobladores ya esperan— el mensaje permanece: la lucha contra el despojo de agua no se apaga, se multiplica.
El acto de Vlocke Negro y los habitantes de Santa Úrsula Coapa deja claro que no hay arte sin comunidad, ni comunidad sin territorio; por eso seguirán alzando la voz contra el despojo de agua, hoy y hasta que su lucha sea escuchada.


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