Alaska, se convierte este viernes en el epicentro de la diplomacia internacional. Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Vladímir Putin, presidente de Rusia, se verán cara a cara en una cumbre de alto nivel que podría marcar un antes y un después en la guerra de Ucrania.
Desde la base militar Elmendorf-Richardson —un enclave estratégico que fue territorio ruso hasta 1867— ambos mandatarios buscarán trazar una hoja de ruta que, al menos, logre un alto el fuego. El objetivo: abrir la puerta a una negociación de paz que incluya al presidente ucraniano Volodímir Zelensky.
Trump llega con su círculo más cercano
Trump partió esta mañana desde Washington rumbo a Alaska, acompañado por su gabinete más cercano: el secretario de Estado, Marco Rubio; el del Tesoro, Scott Bessent; el de Comercio, Howard Lutnick; el director de la CIA, John Ratcliffe; su jefa de Despacho, Susie Wiles; la secretaria de Prensa, Karoline Leavitt; y el enviado especial Steve Witkoff, encargado de tender puentes con Moscú.
Antes de despegar, el mandatario publicó en Truth Social: «¡¡¡MUCHO ESTÁ EN JUEGO!!!», subrayando la tensión y la relevancia de la cita.
Expectativas moderadas, presión máxima
Aunque Trump había prometido antes de asumir el cargo que lograría la paz en Ucrania en 24 horas, ahora reconoce que «es más difícil de lo que pensaba». En esta ocasión, el objetivo inmediato no es un tratado de paz definitivo, sino una tregua que frene la escalada bélica y permita avanzar hacia un acuerdo mayor.
Para Putin, esta cumbre representa la oportunidad de consolidar los avances rusos, frenar el ingreso de Ucrania a la OTAN y reforzar su influencia en la región.
Alaska, más que un punto de encuentro
No es casual que el encuentro se lleve a cabo en Alaska. Además de su valor simbólico —territorio vendido por Rusia a Estados Unidos en 1867—, es un punto clave para la vigilancia militar del Ártico y una frontera geopolítica entre las dos potencias.
Este escenario refuerza el mensaje de que la reunión no solo trata de Ucrania, sino también del equilibrio estratégico global.
Lo que está en juego
- Para Estados Unidos: demostrar liderazgo diplomático y la capacidad de cerrar acuerdos de alto impacto.
- Para Rusia: asegurar sus posiciones y marcar los términos de un eventual arreglo.
- Para el mundo: una posible reducción del riesgo de escalada nuclear y un respiro en una guerra que ha dejado miles de muertos.
En palabras de un alto funcionario estadounidense: «No será fácil, pero esta reunión podría ser el primer paso hacia algo más grande».


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