La deflación de los precios al productor en China se moderó en octubre, mostrando una leve mejora en el panorama económico del país, mientras que los precios al consumidor regresaron a terreno positivo tras dos meses de caídas. Sin embargo, los analistas advierten que las presiones deflacionarias aún no han desaparecido y que el gobierno podría verse obligado a reforzar sus medidas de estímulo para impulsar la demanda interna.
Según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), el índice de precios al productor (IPP) cayó 2.1% interanual en octubre, una cifra ligeramente mejor que la esperada por los economistas consultados por Reuters, que anticipaban un descenso de 2.2%. Aunque el dato representa una mejora respecto al retroceso de 2.3% registrado en septiembre, el índice se mantiene en terreno negativo desde octubre de 2022, reflejando la prolongada debilidad industrial del país.
Leve recuperación del consumo interno
En contraste con la caída en los precios al productor, el índice de precios al consumidor (IPC) registró un aumento de 0.2% interanual en octubre, superando las previsiones que apuntaban a un estancamiento. Este repunte se considera una señal positiva, ya que marca el fin de una tendencia descendente que se extendió durante los dos meses previos.
Frente al mes anterior, el IPC también avanzó 0.2%, después de haber crecido 0.1% en septiembre. Los analistas ven este resultado como un indicio de que las políticas de apoyo al consumo y el control de la competencia excesiva entre empresas comienzan a surtir efecto.
La inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de alimentos y energía, aumentó 1.2% interanual, acelerándose desde el 1% de septiembre y alcanzando su nivel más alto en 20 meses. No obstante, los precios de los alimentos continuaron su descenso, con una caída de 2.9% frente al año anterior, aunque menor al retroceso de 4.4% registrado en septiembre.
Los desafíos de la economía china ante la deflación
Pese a la leve mejoría de los indicadores, los economistas coinciden en que China aún enfrenta un entorno deflacionario prolongado. La baja demanda interna, el exceso de capacidad industrial y la fuerte competencia en sectores clave —como la fabricación de acero, autos eléctricos y bienes de consumo— siguen presionando los precios a la baja.
Además, las tensiones geopolíticas y la debilidad del mercado inmobiliario continúan afectando la confianza empresarial. Estos factores limitan la inversión privada y el gasto de los hogares, complicando los esfuerzos del gobierno por estabilizar el crecimiento.
Expertos señalan que el riesgo principal radica en que la deflación de los precios al productor se prolongue por más tiempo, reduciendo las ganancias de las empresas manufactureras y frenando el empleo en sectores industriales.
El papel del gobierno chino y las expectativas de estímulo
Para contener la desaceleración, el gobierno de China ha intensificado sus esfuerzos para reducir el exceso de capacidad y estabilizar los precios mediante una mayor supervisión del mercado y el impulso de políticas de apoyo al crédito y al consumo.
No obstante, varios analistas estiman que serán necesarias medidas adicionales de estímulo fiscal y monetario para sostener la recuperación. Entre las opciones que se barajan están un aumento del gasto público, recortes en las tasas de interés y programas de incentivos al consumo doméstico, especialmente en las regiones más dependientes de la industria pesada.
Aun con estas estrategias, los expertos advierten que la recuperación será gradual. La economía china, que durante décadas se benefició de un crecimiento basado en la exportación y la inversión, ahora enfrenta el reto de reequilibrar su modelo hacia un consumo interno más sólido y sostenible.
Perspectivas económicas: cauteloso optimismo
Los datos de octubre aportan un respiro a las autoridades chinas, que buscan señales de estabilización tras meses de incertidumbre. Sin embargo, el consenso entre los analistas es que el camino hacia la recuperación plena será lento y dependerá de la capacidad del gobierno para restaurar la confianza del consumidor y del sector privado.
A corto plazo, el repunte del IPC y la moderación de la caída del IPP ofrecen una señal de estabilización, pero el riesgo de deflación persiste mientras la demanda interna siga siendo débil.
La segunda mayor economía del mundo sigue navegando un entorno complejo, donde los efectos del exceso de capacidad, la competencia feroz y la desaceleración global continúan siendo obstáculos importantes para su crecimiento sostenido.


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