Cuando la amenaza parecía inminente, la presidenta Claudia Sheinbaum logró posponer la entrada en vigor de los aranceles impuestos por Donald Trump a las exportaciones mexicanas. La medida, que habría afectado gravemente a la agroindustria, queda suspendida por un mes, otorgando a México un respiro en un escenario comercial cada vez más incierto.
Un golpe anunciado a la economía mexicana
Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump dejó claro que su política comercial seguiría una línea proteccionista, justificando los nuevos aranceles como una medida de presión para frenar la migración ilegal y el tráfico de fentanilo. La noticia cayó como un balde de agua fría sobre el sector agroindustrial mexicano, que en 2024 exportó más de 40 mil 852 millones de dólares, con Estados Unidos como su principal destino.
De aplicarse estos aranceles, los productos mexicanos se encarecerían en el mercado estadounidense, reduciendo su competitividad y afectando a miles de productores. La preocupación se centró en productos clave como la cerveza, el aguacate, el tomate, las berries, la carne de res y el tequila, pilares de las exportaciones agroalimentarias del país.
Sheinbaum negocia y gana tiempo
A diferencia de Canadá, donde los aranceles ya entraron en vigor, México logró negociar una pausa de 30 días. Este aplazamiento es una victoria táctica que le permite al país preparar una estrategia más sólida para enfrentar las barreras comerciales impuestas por Trump.
El Consejo Nacional Agropecuario (CNA) calificó el acuerdo como un logro importante, pero advirtió que no es momento de bajar la guardia. El Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) también señaló que esta tregua debe aprovecharse para fortalecer las cadenas de suministro y explorar nuevas oportunidades comerciales.
La lección de la crisis: diversificar mercados
Uno de los aprendizajes más importantes de esta crisis es que la dependencia del mercado estadounidense representa un riesgo latente. Actualmente, el 78% de las exportaciones agroalimentarias mexicanas tienen como destino a EE.UU., lo que hace a la agroindustria vulnerable a decisiones políticas externas.
Ante este escenario, México debe acelerar la apertura de mercados en Asia, Europa y Medio Oriente, donde sus productos son altamente valorados. Países como China, Japón y Alemania podrían convertirse en aliados clave para reducir la dependencia del mercado norteamericano y blindar la economía agroexportadora del país.
Estrategias para enfrentar la incertidumbre comercial
El gobierno mexicano ya ha impulsado iniciativas como el Plan México, diseñado para atraer inversión y modernizar el sector agroindustrial. Sin embargo, la coyuntura actual exige medidas más concretas:
- Diversificación de mercados: Buscar nuevos socios comerciales en Asia y Europa para reducir la dependencia de EE.UU.
- Mayor inversión en infraestructura: Fortalecer la cadena de frío, el transporte y la logística de exportación para mantener la competitividad.
- Estrategias de valor agregado: Promover productos procesados y con certificaciones de calidad para diferenciarse en el mercado internacional.
- Diálogo diplomático continuo: Mantener negociaciones abiertas con Washington para evitar futuras sanciones comerciales.
¿Qué sigue para México?
El aplazamiento de los aranceles brinda una oportunidad invaluable para México, pero la incertidumbre persiste. El gobierno y los sectores productivos deben trabajar en una estrategia de largo plazo que garantice la estabilidad del comercio exterior.
Claudia Sheinbaum ha conseguido ganar tiempo, pero la verdadera pregunta es: ¿México aprovechará esta tregua para fortalecer su agroindustria y asegurar su futuro comercial más allá de Estados Unidos?
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