Un problema invisible que cuesta vidas y billones
La mañana comenzó con una noticia que sacudió al mundo: la Organización Mundial de la Salud reveló que más de 1,095 millones de personas padecen algún tipo de trastorno mental. No se trata de cifras frías, sino de historias humanas que atraviesan cada continente, desde un joven en Ciudad de México que lucha contra la ansiedad hasta una madre en India que enfrenta la depresión sin acceso a tratamiento.
La OMS advirtió que el costo económico global de los desórdenes mentales alcanza un billón de dólares al año. Una cifra que, más allá de lo financiero, refleja las vidas afectadas, los años de productividad perdidos y el sufrimiento de millones de familias.
Ansiedad y depresión: los enemigos silenciosos
Los informes “World Mental Health Today” y “Mental Health Atlas 2024” detallan que la ansiedad y la depresión son los trastornos más frecuentes en todas las edades, niveles de ingresos y países. La directora interina de salud mental de la OMS, Dévora Kestel, señaló que las mujeres son las más afectadas, lo que evidencia desigualdades estructurales que intensifican su vulnerabilidad.
El suicidio, además, continúa siendo una herida abierta: en 2021 más de 727,000 personas perdieron la vida de esta manera. Es una de las principales causas de muerte entre jóvenes, un recordatorio doloroso de que los esfuerzos internacionales aún son insuficientes para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que buscan reducir estas cifras en un tercio para 2030.
La voz de la OMS: invertir en salud mental es invertir en futuro
“Transformar los servicios de salud mental es uno de los desafíos más urgentes”, afirmó el Director General de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus. Con tono firme, insistió en que ningún país puede darse el lujo de descuidar esta problemática: la atención a la salud mental debe ser un derecho, no un privilegio.
Los datos reflejan un desequilibrio alarmante: mientras que los países de ingresos altos invierten en promedio 65 dólares por persona, en los países de ingresos bajos la inversión es apenas de 0.04 dólares.
Deficiencias en la respuesta mundial
Aunque muchos países han actualizado sus planes y políticas, la realidad muestra una inversión insuficiente. Solo el 2 % de los presupuestos sanitarios nacionales se destina a la salud mental, y la mayoría de naciones no cuenta con legislación que cumpla los estándares internacionales de derechos humanos.
El sistema sigue dependiendo de hospitales psiquiátricos, con internamientos prolongados y en ocasiones sin consentimiento de los pacientes. Menos del 10 % de los países han logrado la transición hacia un modelo comunitario que ponga en el centro la dignidad y el acompañamiento cercano.
Un desafío de equidad y derechos humanos
La OMS resalta que en los países de ingresos bajos solo el 10 % de las personas con psicosis recibe atención, mientras que en los países de ingresos altos el porcentaje supera el 50 %. La brecha es clara: el acceso a la salud mental sigue dependiendo de la riqueza de cada nación.
El futuro en debate: Nueva York 2025
Los informes servirán como base para la Reunión de Alto Nivel de Naciones Unidas sobre salud mental y enfermedades no transmisibles, programada para el 25 de septiembre de 2025 en Nueva York. Será un momento clave para que los gobiernos asuman compromisos concretos que dejen de ver la salud mental como un tema secundario y la coloquen en el corazón de la salud pública global.


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