Hemos seguido consejos de salud por generaciones que, en realidad, no tienen base científica. Es hora de separar la ficción de la realidad y descubrir lo que la ciencia dice sobre 5 de las creencias más arraigadas sobre nuestro bienestar.
Y es que, estamos bombardeados con consejos de salud que a menudo se repiten sin cuestionar. Desde remedios caseros promocionados por influencers hasta viejas creencias transmitidas por nuestros abuelos, muchas de estas “verdades” se han arraigado profundamente en nuestra cultura. Sin embargo, cuando se ponen bajo el microscopio de la ciencia, un número sorprendente de ellas se desmoronan.
Es hora de hacer una limpieza de creencias y adoptar hábitos basados en evidencia, no en folclore. Por ello, aquí te desmentimos 5 de los mitos de salud más persistentes que probablemente sigues creyendo.
Mito #1: Debes beber ocho vasos de 8 onzas de agua al día (la regla “8×8”)
La Realidad: Este es, posiblemente, el mito de salud más extendido. La verdad es que no existe evidencia científica sólida que respalde esta recomendación universal. La idea parece haberse originado en una recomendación de 1945, pero esa misma directriz aclaraba que una gran parte de ese líquido proviene de los alimentos que consumimos, un detalle que convenientemente se perdió con el tiempo.
Nuestras necesidades de hidratación son altamente individuales. El cuerpo ya posee un mecanismo de regulación increíblemente sofisticado: la sed. Para la mayoría de las personas, la regla más simple y efectiva es: bebe cuando tengas sed y presta atención al color de tu orina. Un tono amarillo pálido es un buen indicador de una hidratación adecuada.
Mito #2: El vinagre de manzana es una cura milagrosa
La Realidad: Promocionado en redes sociales para casi todo, los beneficios del vinagre de manzana son, en el mejor de los casos, muy limitados y enormemente exagerados. Si bien algunos estudios pequeños sugieren un efecto modesto en los niveles de azúcar en sangre, no existen pruebas contundentes que respalden la mayoría de las afirmaciones espectaculares. De hecho, su consumo excesivo o sin diluir puede ser perjudicial, causando erosión del esmalte dental y molestias digestivas.
Mito #3: Las cremas caras eliminan las ojeras sscuras
La Realidad: La industria cosmética factura miles de millones con esta promesa, pero la ciencia es clara: no hay pruebas suficientes que respalden la eficacia de estas cremas para reducir el color oscuro de las ojeras. Las ojeras suelen ser el resultado de la genética, la falta de sueño o las alergias. Una buena crema hidratante puede mejorar temporalmente la apariencia, pero no puede alterar la pigmentación.
Mito #4: Arrancar una cana hace que salgan más
La Realidad: Este es un mito puramente folclórico sin base biológica. Cada cabello crece a partir de un único folículo. Al arrancar un cabello canoso, no se puede mágicamente hacer que de ese mismo folículo broten dos o más. Lo que sí ocurre es que, con el tiempo, los folículos adyacentes también comenzarán a producir cabellos sin pigmento como parte del proceso natural de envejecimiento.
“Arrancar una cana no hace que crezcan más en su lugar. Si se arranca solo un folículo piloso, es imposible que en ese lugar crezcan dos canas. ¡Este mito médico queda desmentido!” – Valleywise Health.
Mito #5: Comer tarde en la noche engorda automáticamente
La Realidad: El cuerpo no opera con un interruptor mágico que convierte las calorías en grasa después de una hora determinada. Lo que realmente importa es el balance calórico total a lo largo de las 24 horas y la calidad nutricional de los alimentos. Este mito probablemente se perpetúa porque los snacks nocturnos a menudo consisten en alimentos altos en calorías, consumidos por hábito más que por hambre real. Si tu cena tardía es equilibrada y se ajusta a tus necesidades diarias, no tiene por qué conducir a un aumento de peso.
Sé crítico con la información de salud
En la era de la sobrecarga de información, es crucial cuestionar lo que leemos. Antes de adoptar una nueva dieta o comprar un suplemento, busca fuentes confiables y basadas en evidencia. Muchas de las “verdades” de salud más populares son simplemente mitos que se niegan a desaparecer.


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