Creemos que una dieta sana y ejercicio son suficientes para un corazón fuerte, pero la ciencia revela que hábitos cotidianos como la falta de sueño o de luz solar están elevando silenciosamente tu riesgo de enfermedad cardiovascular.
La salud del corazón es una de las mayores preocupaciones a nivel mundial, y la mayoría de las personas asocian su cuidado con una dieta equilibrada y actividad física regular. Si bien estos pilares son fundamentales, un creciente número de investigaciones y expertos en cardiología advierten sobre otros factores, a menudo ignorados, que pueden ser igualmente perjudiciales. Prácticas diarias que parecen inofensivas podrían estar minando la salud cardiovascular de forma silenciosa y constante.
Un cardiólogo ha identificado cinco hábitos comunes que, según la evidencia científica, dañan el corazón y que van más allá de lo que comemos o cuánto nos movemos. Comprender estos riesgos ocultos es el primer paso para una prevención verdaderamente integral.
1. No priorizar el sueño de calidad
La falta de sueño o un descanso de mala calidad es uno de los enemigos más subestimados del corazón. «La falta de sueño puede aumentar la presión arterial, contribuir a la obesidad y alterar los procesos naturales de reparación del cuerpo», explica el Dr. Broyd, cardiólogo.
La evidencia es contundente. Un estudio de 2010 encontró un riesgo elevado de enfermedad cardíaca congénita en personas que dormían 5 horas o menos de forma sostenida. La Asociación Americana del Corazón incluye el sueño en su lista de «8 Esenciales de la Vida» para una mejor salud cardíaca, recomendando entre 7 y 9 horas por noche para los adultos. Durante el sueño normal, la presión arterial desciende (un fenómeno conocido como dipping nocturno). La privación del sueño interrumpe este proceso, manteniendo la presión arterial elevada por más tiempo y aumentando el riesgo de hipertensión y accidente cerebrovascular. Además, la falta de descanso eleva los niveles de hormonas del estrés como el cortisol y promueve la inflamación, ambos factores de riesgo cardiovascular.
2. Falta de exposición a la luz solar
Este es un factor sorprendente para muchos. «La falta de exposición a la luz solar puede llevar a una deficiencia de vitamina D, que se ha relacionado con una presión arterial más alta, inflamación y un mayor riesgo de enfermedad cardíaca», advierte el Dr. Broyd.
La vitamina D juega un papel complejo en la salud cardiovascular. Aunque los estudios sobre suplementación han arrojado resultados mixtos, la investigación observacional muestra una fuerte correlación entre niveles bajos de vitamina D y un mayor riesgo de eventos cardiovasculares. La deficiencia de esta vitamina está asociada con disfunción vascular, rigidez arterial e hipertrofia ventricular izquierda. Además, la exposición a la luz natural ayuda a regular los ritmos circadianos, que a su vez influyen en el sueño y la presión arterial. Se recomienda una exposición segura al sol de 15 a 30 minutos al día, especialmente por la mañana.
«La deficiencia de vitamina D se ha relacionado con presión arterial más alta, inflamación y un mayor riesgo de enfermedad cardíaca. La exposición segura al sol o la suplementación pueden ayudar a mantener la salud del corazón.» – Dr. Broyd, Cardiólogo.
3. Estrés crónico no gestionado
El estrés prolongado, ya sea por un trabajo exigente, problemas familiares o preocupaciones financieras, tiene un impacto directo y negativo en el corazón. «El estrés prolongado puede afectar negativamente al corazón al elevar la presión arterial y aumentar el riesgo de infarto o accidente cerebrovascular», señala el Dr. Broyd.
El estrés crónico mantiene al cuerpo en un estado de «lucha o huida», elevando constantemente los niveles de cortisol y adrenalina. Esto no solo aumenta la presión arterial, sino que también puede dañar las arterias y promover la acumulación de placa. Además, el estrés a menudo fomenta mecanismos de afrontamiento poco saludables, como comer en exceso, fumar o consumir alcohol, que son factores de riesgo cardiovascular bien establecidos.
4. Aislamiento social y soledad
Sentirse solo o estar socialmente aislado es un factor de riesgo cardiovascular tan significativo como fumar o la obesidad. Un comunicado científico de la Asociación Americana del Corazón indica que el aislamiento social y la soledad están asociados con un aumento de aproximadamente el 30% en el riesgo de infarto o accidente cerebrovascular.
La investigación ha demostrado que la soledad puede desencadenar una respuesta de estrés crónico, elevar la presión arterial y afectar negativamente la función inmunológica. Un estudio publicado en JACC: Heart Failure encontró que, aunque tanto el aislamiento como la soledad aumentan el riesgo de insuficiencia cardíaca, el sentimiento subjetivo de soledad es un predictor más potente que el aislamiento objetivo. Esto significa que una persona puede estar rodeada de gente y aun así sentirse sola, con consecuencias negativas para su corazón.
5. Estilo de vida sedentario (más allá del ejercicio)
Incluso si se cumple con la recomendación de ejercicio semanal, pasar el resto del día sentado puede ser perjudicial. Un estilo de vida sedentario, caracterizado por largos períodos de inactividad, ralentiza la circulación, lo que puede aumentar la presión arterial y provocar que la sangre se acumule en las piernas.
La investigación ha encontrado que las personas con trabajos sedentarios pueden tener un 34% más de probabilidades de morir por enfermedades del corazón. La inactividad prolongada también promueve el desarrollo de grasa visceral (grasa abdominal), que aumenta la inflamación, y puede conducir a la resistencia a la insulina, un precursor de la diabetes tipo 2 y un factor de riesgo para enfermedades cardíacas.
Estrategias para contrarrestar estos riesgos
- Para el sueño: Establecer un horario de sueño constante, incluso los fines de semana. Crear una rutina relajante antes de acostarse y evitar la cafeína y las pantallas.
- Para la luz solar: Tomar descansos cortos al aire libre durante el día laboral o dar un paseo por la mañana.
- Para el estrés: Incorporar técnicas de mindfulness, meditación, respiración profunda o actividad física regular como el yoga.
- Para la soledad: Hacer un esfuerzo intencional por conectar con amigos y familiares, o unirse a clubes o grupos con intereses comunes.
- Para el sedentarismo: Tomar breves descansos de movimiento cada hora, usar un escritorio de pie o caminar mientras se habla por teléfono.
La salud del corazón es un rompecabezas complejo. Atender estos cinco hábitos silenciosos es tan crucial como cuidar la dieta y el programa de ejercicios para construir una vida más larga y saludable.


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