Rastrear el origen exacto de la recomendación de «8×8» (ocho vasos de ocho onzas, equivalentes a casi 2 litros) es sorprendentemente difícil. Muchos lo atribuyen a una recomendación de 1945 del Food and Nutrition Board de Estados Unidos, que afirmaba que una persona necesitaba alrededor de 2.5 litros de agua al día.
Sin embargo, la frase que a menudo se omite de esa recomendación original es crucial: «la mayor parte de esta cantidad está contenida en los alimentos preparados».
El Origen Incierto de la Regla «8×8»
Con el tiempo, esta advertencia se perdió y la recomendación bruta de beber grandes cantidades de agua se consolidó como un hecho irrefutable en la cultura popular, promovido por empresas de agua embotellada y revistas de bienestar sin un escrutinio científico riguroso.
El Desmentido Definitivo de la Nefrología
La ciencia moderna, particularmente en el campo de la nefrología (el estudio de los riñones), ha puesto en duda esta regla universal. Un artículo de revisión fundamental publicado en el Journal of the American Society of Nephrology analizó décadas de estudios y no encontró evidencia científica que respaldara la necesidad de beber grandes cantidades de agua para prevenir enfermedades en personas sanas.
El Dr. Heinz Valtin, profesor de fisiología y neurobiología de la Facultad de Medicina de Dartmouth, dirigió una de las investigaciones más citadas sobre el tema, publicada en el American Journal of Physiology. Su conclusión fue clara: «No solo no hay evidencia científica de que necesitemos beber tanto, sino que la recomendación podría ser perjudicial».
La ciencia nos dice lo siguiente:
- Tu cuerpo tiene un mecanismo de control preciso: la sed. Para la mayoría de las personas sanas, la sed es un indicador increíblemente fiable de la necesidad de hidratación. Beber cuando tienes sed es suficiente para mantener el equilibrio de líquidos.
- Obtenemos agua de muchas fuentes. No solo de los vasos de agua. El café, el té, los jugos, las frutas (una sandía es más del 90% agua) y las verduras contribuyen significativamente a tu ingesta diaria de líquidos. Como señalaba la recomendación original de 1945, los alimentos son una fuente importante.
- No hay evidencia de beneficios mágicos. La idea de que beber más agua «elimina toxinas», mejora el tono de la piel o previene dolores de cabeza en la población general no está respaldada por estudios controlados sólidos. Si bien la deshidratación severa puede causar estos problemas, la sobrehidratación no ofrece beneficios adicionales.
¿Cuándo SÍ necesitas beber más agua?
La regla de «beber a la sed» tiene excepciones importantes. Hay situaciones específicas en las que las necesidades de líquidos aumentan y es necesario beber agua de forma proactiva:
- Ejercicio intenso: Especialmente en climas cálidos, se pierde una cantidad significativa de líquido a través del sudor.
- Condiciones climáticas extremas: El calor y la altitud aumentan las necesidades de hidratación.
- Enfermedades: La fiebre, los vómitos o la diarrea provocan una pérdida de líquidos que debe reponerse.
- Condiciones médicas específicas: Personas con antecedentes de cálculos renales o ciertas infecciones urinarias pueden beneficiarse de una mayor ingesta de agua, siempre bajo recomendación médica.
En resumen, la idea de forzarse a beber 2 litros de agua al día es un mito simplista. La ciencia apoya un enfoque más inteligente e individualizado: escucha a tu cuerpo y bebe cuando tengas sed. Confía en el sofisticado sistema de osmorregulación que la evolución ha perfeccionado durante milenios.


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