Luis Cardoza y Aragón (1904-1992) es una figura clave en la historia cultural y política de América Latina. Escritor, diplomático y ferviente amante del arte, su obra «El río: novelas de caballería» es un viaje lírico y profundamente humano por los rincones de su memoria. Desde su infancia en Guatemala hasta sus años como un cosmopolita errante, estas páginas encapsulan un tiempo en que la poesía, el arte de vanguardia y la política parecían entrelazarse con la vida misma.
Infancia entre volcanes y campanas: los orígenes de un poeta
En sus evocaciones de la niñez, Cardoza y Aragón nos transporta a la mítica ciudad de Antigua, Guatemala. Allí, entre ruinas coloniales, leyendas populares y cielos de un azul inquebrantable, se forjó su sensibilidad poética.
“Mi infancia es Antigua y sus alrededores de pueblos indígenas que visten trajes típicos… las ruinas, refugio de leyendas y ratas… el cielo se veía más azul que en el día conciso a campo abierto.”
Con este lenguaje cargado de imágenes, el autor establece un puente entre su tierra natal y las inquietudes artísticas que lo llevarían a París, México y otros rincones del mundo.
Federico García Lorca: amistad y tragedia en los muelles de La Habana
Un capítulo conmovedor de sus memorias está dedicado a Federico García Lorca, el poeta español con quien Cardoza compartió momentos únicos. Su última despedida en los muelles de La Habana se convierte en una escena que encapsula tanto la intensidad de su amistad como la tragedia del tiempo:
“Nos abrazamos en el puerto, y no lo volví a ver más.”
El relato sobre García Lorca no solo es un homenaje personal, sino también un testimonio de una generación de artistas marcados por la creatividad y las adversidades de su tiempo.
México: refugio y cuna de nuevas amistades
Cardoza encontró en México una segunda patria. Allí cultivó relaciones con figuras de la talla de Alfonso Reyes, Carlos Pellicer y José Gorostiza, quienes lo introdujeron en los círculos intelectuales y artísticos del país.
Su descripción de Reyes como alguien “culto por todas partes, como una porcelana” refleja no solo su admiración, sino también su capacidad para capturar la esencia de las personas en pocas palabras.
Antonin Artaud y la fascinación por los tarahumaras
Entre las figuras que marcaron su trayectoria se encuentra Antonin Artaud, el dramaturgo francés. En México, Cardoza atestiguó la obsesión de Artaud por las culturas indígenas, particularmente los tarahumaras.
“Enloquecido, aullando, se quedó en el aire de la noche… tampoco podía quedarse a vivir con los tarahumaras ni con los franceses.”
Este encuentro refleja la tensión constante entre el espíritu europeo y las raíces americanas, un tema recurrente en la obra de Cardoza.
Arte, política y el legado de un siglo
Las memorias de Luis Cardoza y Aragón no solo son un tributo a los artistas y amigos que marcaron su vida, sino también una reflexión sobre la humanidad en tiempos de cambio. Con su estilo lírico, nos recuerda que la historia está formada tanto por las grandes gestas como por los pequeños momentos: una despedida en el puerto, una conversación en una mesa o el azul infinito de un cielo de infancia.
“Lo espantoso en lo evocado es que lo acontecido solamente es probable.”
Cardoza, un puente entre mundos
Luis Cardoza y Aragón es más que un cronista de su tiempo. Su vida y obra representan un puente entre mundos: Guatemala y México, América Latina y Europa, el arte y la política. En sus memorias, no solo encontramos un testimonio personal, sino una invitación a reflexionar sobre el lugar del arte en la construcción de nuestras identidades colectivas.
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