Todo comenzó en una comida en Zeru, un restaurante que encarna lo mejor de la gastronomía española en México. Minitacos de solomillo, piquillos de bacalao y un buen tempranillo despertaron no solo el paladar, sino también la memoria literaria. Entre sorbos de Dominio del Pidio, los recuerdos literarios y gastronómicos fluyeron como vino en la mesa.
De pronto, la berenjena apareció como tema central, no solo por su lugar en los menús más exquisitos, sino también por su relevancia en la literatura. Desde la negativa de Fermina Daza en El amor en los tiempos del cólera hasta la detallada receta de Pepe Carvalho en Los Mares del Sur, este humilde vegetal ha sido protagonista y metáfora en obras que marcan la historia de las letras.
Berenjenas literarias: un ingrediente universal en las grandes novelas
Fermina Daza y la promesa de amor sin berenjenas
En la obra de Gabriel García Márquez, Fermina Daza condiciona su matrimonio con Florentino Ariza: “Está bien, me caso con usted si me promete que no me hará comer berenjenas”. Más tarde, en una curiosa ironía, se deleita con un puré de berenjenas sin saberlo. Este pasaje no solo explora el gusto personal, sino también cómo las emociones transforman nuestras percepciones.
Drácula y las berenjenas rellenas
Bram Stoker no se limitó a describir el terror; también dejó espacio para lo exquisito. En Drácula, el protagonista Jonathan Harker menciona entre sus comidas las berenjenas rellenas con picadillo de carne, calificándolas como “un platillo muy exquisito”. Este detalle gastronómico añade profundidad al contexto cultural de Transilvania.
Pepe Carvalho: el detective chef
El detective literario de Manuel Vázquez Montalbán eleva la cocina a arte en Los Mares del Sur. La preparación de berenjenas con gambas y jamón no es solo una receta, sino una extensión del carácter analítico del personaje, quien encuentra en la cocina un reflejo de su metodología para resolver crímenes.
La comida como vehículo narrativo: Cervantes y Esquivel
El Quijote y los “duelos y quebrantos”
Miguel de Cervantes introduce a don Quijote describiendo su dieta: lentejas, “duelos y quebrantos” y paloma los domingos. Este detalle no es trivial; revela la cotidianidad del personaje y sus orígenes rurales, preparando al lector para las aventuras que contrastarán con su realidad.
Laura Esquivel y el sabor del amor
En Como agua para chocolate, la comida es un personaje más. Los platillos que prepara Tita, como las codornices con pétalos de rosa, no solo alimentan cuerpos, sino emociones. Cada receta es un acto de amor, tristeza o deseo, demostrando que la cocina puede ser mágica y transformadora.
De la literatura a tu mesa: la conexión entre palabras y sabores
La relación entre la comida y la literatura trasciende la narrativa. Es un vínculo que resuena en nuestras experiencias diarias, uniendo culturas, épocas y emociones. Desde un plato preparado con amor hasta la simple mención de un alimento, cada bocado tiene el potencial de contar una historia.
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