Para Laura, dormir era una cuestión de horas: se acostaba tarde, se levantaba tarde, pero completaba sus “8 horas”. Sin embargo, una mañana despertó con palpitaciones y una presión en el pecho que la llevó directo a urgencias. El diagnóstico fue inesperado: hipertensión y un inicio de problemas cardiometabólicos. ¿Cómo era posible si “dormía bien”?
Según un reciente informe de la American Heart Association (AHA), publicado en Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes, la calidad del sueño es tan importante como su duración. Y para muchas personas como Laura, eso podría significar la diferencia entre una vida saludable y una con enfermedades crónicas.
Qué dice la ciencia: más allá de las horas dormidas
Durante décadas, la medicina puso el foco en dormir entre 7 y 9 horas. Pero este nuevo estudio propone un modelo multidimensional del sueño, que incluye:
- Duración
- Continuidad
- Horario
- Regularidad
- Satisfacción
- Función diurna
- Ausencia de trastornos
Estos elementos, tomados en conjunto, ofrecen una imagen más completa del impacto que tiene el sueño en nuestro cuerpo. Dormir mal —aunque sean muchas horas— puede aumentar el riesgo de infartos, presión alta, diabetes tipo 2 y obesidad.
Jet lag social y otras amenazas al corazón
¿Duermes diferente entre semana y fines de semana? Este fenómeno, conocido como jet lag social, puede alterar el reloj biológico, causando inflamación y aumentando la presión arterial.
Además, despertares frecuentes, insomnio, o falta de satisfacción con el descanso se han vinculado con:
- Fibrilación auricular
- Infarto de miocardio
- Mayor resistencia a la insulina
- Mortalidad cardiovascular
Incluso dormir más de 9 horas puede ser contraproducente si el sueño no es reparador.
Cómo mejorar la calidad de tu sueño
La AHA recomienda prácticas simples pero efectivas:
- Mantén horarios regulares: duerme y despierta a la misma hora, incluso en fines de semana.
- Evita pantallas antes de dormir: la luz azul interfiere con la producción de melatonina.
- Ambiente óptimo: habitación oscura, sin ruido y con buena ventilación.
- Cuidado con la cafeína y el alcohol: afectan el ciclo del sueño.
- Rutinas relajantes: leer, meditar o tomar un baño tibio ayudan al cuerpo a prepararse para dormir.
- Haz ejercicio… pero con horario: no demasiado tarde, para no activar el cuerpo antes de dormir.
Dormir bien es una medicina preventiva
La calidad del sueño es una herramienta poderosa para proteger el corazón. No basta con cerrar los ojos por muchas horas: necesitamos un descanso profundo, constante y satisfactorio.
Historias como la de Laura nos recuerdan que el cuerpo da señales. Y dormir bien, de verdad, puede ser el primer paso para una vida larga y saludable.
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