En la cocina, pocos ingredientes generan tanto debate saludable como el aceite de oliva virgen extra y el vinagre de manzana. Ambos son íconos de la nutrición funcional, pero más allá de realzar el sabor de una ensalada, esconden un potencial sorprendente para prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida.
En una época donde la alimentación consciente toma protagonismo, muchos se preguntan cuál de los dos elegir. Pero, ¿y si la mejor opción fuera no escoger, sino combinarlos?
El poder del aceite de oliva: más que un simple ingrediente
El aceite de oliva virgen extra (AOVE), protagonista de la dieta mediterránea, es considerado por expertos como un “superalimento”. No solo es rico en grasas saludables, sino que contiene oleocanthal y oleaceina, compuestos con efectos antioxidantes y antiinflamatorios.
Un estudio español con más de 40,000 personas demostró que quienes consumían AOVE de forma regular redujeron hasta un 46% el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, disminuyeron la mortalidad general y mejoraron notablemente los niveles de glucosa en sangre, clave en la prevención de la diabetes tipo 2.
Mary Flynn, investigadora de la Universidad de Brown, asegura: “No hay alimento ni medicamento que iguale al aceite de oliva en beneficios”.
Vinagre de manzana: el fermentado con propiedades medicinales
El vinagre de sidra de manzana, por su parte, se ha ganado un lugar en el mundo de la salud por su contenido en ácido acético, capaz de regular la glucosa, mejorar la digestión y apoyar la pérdida de peso.
La bioquímica Jessie Inchauspé explica que este ácido ralentiza la absorción de carbohidratos, evitando picos de azúcar. Estudios como el publicado en European Journal of Clinical Nutrition revelan que una cucharada antes de las comidas puede reducir la glucosa postprandial de forma significativa.
Además, su efecto probiótico y saciante lo convierte en un aliado en planes de alimentación saludable. La clave está en usar vinagre sin filtrar ni pasteurizar, que conserva la “madre”, esa nube viva que aporta microorganismos beneficiosos.
La ciencia responde: mejor juntos que separados
¿La mejor parte? No tienes que elegir. Estudios recientes, incluyendo uno de la Cleveland Clinic, muestran que combinar ambos ingredientes potencia sus efectos.
Por ejemplo, al consumir pan con lechuga, AOVE y vinagre de manzana, el aumento de glucosa en sangre fue 34% menor en comparación con comer pan solo. Otro estudio en Suecia demostró que esta combinación, aplicada a alimentos ricos en carbohidratos, redujo hasta un 43% la respuesta glucémica.
La sinergia entre el ácido acético del vinagre y los polifenoles del AOVE crea un entorno metabólico más estable y protector, ideal para personas con resistencia a la insulina, prediabetes o simplemente quienes buscan mantener su salud a largo plazo.
Cómo aprovecharlos en tu día a día
- Usa aceite de oliva virgen extra prensado en frío, evitando los refinados.
- Elige vinagre de manzana crudo y con madre.
- Úsalos como aderezo en ensaladas, legumbres o incluso sobre vegetales cocidos.
- Evita calentar el vinagre para preservar sus propiedades.
- Añade una cucharada de vinagre diluido en agua antes de las comidas si buscas regular tu glucosa.
Tu salud en una cucharada
Ambos ingredientes ofrecen beneficios comprobados. Pero al combinarlos de forma correcta, no solo estás mejorando el sabor de tus platillos, sino invirtiendo en tu salud metabólica, cardiovascular y digestiva.Así que la próxima vez que prepares una ensalada, recuerda: una cucharada de aceite y otra de vinagre pueden ser más poderosas que muchos suplementos.
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