En solo dos meses de la nueva administración, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha dejado claro que su estrategia de seguridad no será una repetición del pasado. Bajo el liderazgo de Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, el país comienza a transitar hacia una acción más contundente: perseguir a los delincuentes y desarticular sus redes.
El sexenio pasado dejó cifras aterradoras: 201 mil 153 asesinatos según el INEGI y un mexicano desaparecido cada hora. El enfoque de “abrazos, no balazos” permitió, en muchos casos, una pax narca que silenció al gobierno mientras el crimen organizado consolidaba su poder.
La Operación Enjambre, implementada el pasado 22 de noviembre en el Estado de México, marca un antes y un después en esta narrativa. Con una coordinación impecable entre niveles de gobierno y uso de inteligencia, el operativo fue un golpe quirúrgico contra funcionarios presuntamente ligados al crimen organizado.
El operativo: una muestra de inteligencia táctica y coordinación estratégica
La Operación Enjambre se desplegó simultáneamente en varias regiones del Estado de México, una entidad históricamente afectada por la infiltración criminal en sus estructuras gubernamentales. Con 800 elementos de Marina, Defensa, Guardia Nacional, Secretaría de Seguridad del Edomex y Fiscalía General de la República, las acciones se llevaron a cabo de manera simultánea en municipios clave como Amanalco, Naucalpan, Ixtapaluca y Tejupilco.
Funcionarios detenidos: la caída de la complicidad gubernamental
Entre los detenidos destacan:
- María Elena «N», presidenta municipal de Amanalco.
- Rodolfo «N», director operativo de Seguridad de Ixtapaluca.
- Omar «N», subdirector de Seguridad de Naucalpan.
- Ellery Guadalupe «N», director del DIF municipal de Tonatico y esposo de la presidenta municipal.
Las acusaciones incluyen delitos graves como extorsión, secuestro exprés y homicidio. Estos funcionarios, presuntamente vinculados con La Familia Michoacana, son señalados por colaborar con bandas criminales, borrando la línea entre autoridad y delincuencia.
Un mensaje claro: ningún criminal es más fuerte que el Estado
El éxito de la Operación Enjambre no solo radica en las detenciones, sino en el mensaje que envía a los gobiernos locales: la complicidad ya no será tolerada. Gobernadores y alcaldes de todo el país han recibido una advertencia: el crimen no puede prosperar si el gobierno toma una postura firme y contundente.
La colaboración entre la gobernadora del Edomex, Delfina Gómez, y el Gabinete de Seguridad federal fue clave para este golpe. Esta cooperación demuestra que la voluntad política y la capacidad técnica son esenciales para desarticular las redes que alimentan la violencia en el país.
¿Qué sigue en la estrategia de seguridad?
El viraje hacia una acción más estructurada e integral parece ser solo el inicio. La administración de Sheinbaum no solo apuesta por la persecución de criminales, sino que combina esta estrategia con programas sociales que buscan atender las causas estructurales de la violencia: pobreza, falta de oportunidades y exclusión social.
Sin embargo, el reto es monumental. La infiltración del crimen organizado en los niveles más bajos y altos del gobierno sigue siendo un problema latente. Los próximos meses serán clave para evaluar si esta estrategia puede replicarse en otras regiones del país.
Un paso necesario hacia la paz
La Operación Enjambre simboliza un nuevo capítulo en la lucha por devolver la paz a México. Es una muestra de que, con coordinación, estrategia e inteligencia, es posible enfrentar al crimen organizado y recuperar la confianza en las instituciones.
La paz no llegará de la noche a la mañana, pero el cambio de enfoque demuestra que México no está dispuesto a rendirse ante la violencia. Ahora, la autoridad debe mantener el rumbo y demostrar que este compromiso es más que un golpe aislado: es el inicio de una transformación real.
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