La tarde de este martes, el embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, acudió a la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para sostener una reunión con el canciller Juan Ramón de la Fuente y el secretario de Marina, Raymundo Morales. El encuentro ocurre tras el ataque estadounidense a una lancha sospechosa de transportar drogas en el Pacífico oriental, hecho que ha generado inquietud diplomática entre ambos países.
Según reportes oficiales, el operativo estadounidense dejó 14 personas muertas y un sobreviviente, quien fue rescatado por la Marina mexicana. Sin embargo, la falta de claridad sobre la jurisdicción de las aguas y las circunstancias del ataque ha encendido las alarmas en la Cancillería mexicana, que busca esclarecer los hechos y determinar si se violaron protocolos internacionales.
Sheinbaum exige explicaciones tras ataque en aguas internacionales
Horas antes del encuentro, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo había anunciado en su conferencia matutina que llamaría al embajador de EE.UU. para rendir cuentas por el ataque. Su mensaje fue claro: México exige transparencia y respeto a la soberanía nacional.
“Queremos saber exactamente qué ocurrió. Si fue en aguas internacionales o si hubo participación indebida en territorio mexicano”, expresó la mandataria desde Palacio Nacional.
El caso ha reavivado el debate sobre el papel de las fuerzas estadounidenses en operativos antinarcóticos en la región y su posible intervención unilateral en zonas marítimas cercanas a México.
Un encuentro clave entre diplomacia y seguridad
En el edificio de la Cancillería, ubicado en la Ciudad de México, el arribo de vehículos con placas diplomáticas y camionetas de la Secretaría de Marina (Semar) marcó la magnitud del encuentro.
La reunión, según fuentes cercanas, busca establecer canales de cooperación, pero también exigir explicaciones concretas sobre la operación estadounidense.
De la Fuente habría planteado la necesidad de una investigación conjunta que esclarezca los hechos y determine las responsabilidades, tanto de los mandos operativos como de las autoridades que ordenaron el ataque.
El contexto: ofensiva de EE.UU. en el Pacífico oriental
El ataque se enmarca en una serie de operaciones navales estadounidenses en el Pacífico oriental, una zona frecuentemente utilizada para el traslado de drogas hacia Norteamérica. Washington argumenta que se trató de una acción legítima contra una embarcación vinculada con el narcotráfico, aunque sin detallar el país de procedencia ni la identidad de los tripulantes.
Para México, sin embargo, el asunto trasciende lo militar. Se trata de una cuestión diplomática sensible, ya que implica la actuación de fuerzas extranjeras en un espacio marítimo donde ambos países mantienen acuerdos de cooperación, pero también límites definidos por el derecho internacional.
México y EE.UU.: una relación marcada por la tensión
Este episodio ocurre en un momento en que las relaciones bilaterales enfrentan desafíos crecientes, desde la crisis migratoria hasta las políticas antidrogas y los acuerdos de seguridad compartida.
El gobierno mexicano ha insistido en que la cooperación debe darse en condiciones de igualdad y respeto mutuo, evitando actos unilaterales que pongan en riesgo la soberanía.
Mientras tanto, el Departamento de Estado estadounidense ha reiterado que sus acciones “buscan garantizar la seguridad regional” y que “mantiene comunicación constante con el gobierno mexicano”.
El desenlace de esta reunión marcará un precedente clave para las futuras operaciones conjuntas en aguas internacionales.


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