El reciente nombramiento de Rutilio Escandón, exgobernador de Chiapas, como cónsul mexicano en Miami ha generado un intenso debate sobre la calidad y los criterios que deben regir los nombramientos en el servicio diplomático mexicano. Aunque no es el primer político que asume un cargo de esta índole, este caso resalta la urgencia de garantizar que las designaciones diplomáticas se basen en el profesionalismo y la capacidad, más que en la conveniencia política.
El llamado del canciller Juan Ramón de la Fuente a una diplomacia ética parece contrastar con la práctica reciente, donde decisiones como estas dejan dudas sobre el compromiso con el profesionalismo y el respeto por el prestigio del Servicio Exterior Mexicano (SEM).
El «affair Borrego»: cuando la ética queda en entredicho
Este debate se da en el contexto del escándalo protagonizado por Martín Borrego, exjefe de la oficina de Alicia Bárcena y, brevemente, funcionario en la Secretaría de Medio Ambiente. Su renuncia, tras organizar un evento privado en el Museo Nacional de Arte (MUNAL), evidenció cómo ciertos abusos de poder pueden erosionar la percepción pública de las instituciones mexicanas.
Si bien Borrego fue retirado de su cargo y públicamente criticado, casos como el de Escandón reflejan un tratamiento desigual hacia las controversias. ¿Es suficiente perder un puesto? ¿O debería México reforzar mecanismos que no solo castiguen errores, sino que eviten nombramientos dudosos desde el inicio?
La carga del Servicio Exterior Mexicano profesional
El SEM ha sido históricamente una de las instituciones más respetadas en México, con diplomáticos que han defendido los intereses del país con dignidad y profesionalismo. Sin embargo, en los últimos años, el cuerpo diplomático ha tenido que lidiar con una carga adicional: asumir las responsabilidades de políticos designados más por cercanía al poder que por capacidad.
Diplomacia de tradición y cambio
La Doctrina Estrada, que históricamente guiaba la política exterior mexicana, parece haber sido desplazada en favor de enfoques más improvisados y orientados por intereses inmediatos. Esta doctrina, basada en la no intervención y el respeto a la autodeterminación, no es incompatible con los retos modernos, pero requiere una reinterpretación que refleje las complejidades del mundo actual.
¿Qué implica el nombramiento de Rutilio Escandón?
La designación de Escandón como cónsul en Miami se suma a una lista de nombramientos cuestionados que han puesto en jaque la credibilidad de México en el ámbito internacional. Las críticas a su desempeño como gobernador de Chiapas, sumadas a la falta de experiencia en relaciones internacionales, plantean serias dudas sobre cómo su llegada contribuirá a los intereses mexicanos en una plaza clave como Miami.
Esta situación no es nueva, pero sí refleja la falta de atención a un principio esencial: la representación diplomática no es un premio político, sino una responsabilidad que exige conocimiento, profesionalismo y compromiso ético.
Retos actuales de la diplomacia mexicana
El mundo de hoy presenta desafíos geopolíticos inéditos que exigen una política exterior sólida y bien definida. Entre los retos más urgentes están:
- Fortalecer el prestigio internacional: Nombramientos basados en méritos y profesionalismo, no en lealtades políticas.
- Reinterpretar la política exterior: Adecuar los principios tradicionales como la Doctrina Estrada a un contexto global cambiante.
- Defender los intereses nacionales: Asegurar que los diplomáticos mexicanos en el extranjero tengan la capacidad de navegar conflictos y representar al país con eficacia.
- Garantizar ética en el servicio diplomático: Evitar casos como el «affair Borrego» y apostar por perfiles comprometidos con los valores de transparencia y profesionalismo.
Ética, profesionalismo y México en el mundo
El llamado de Juan Ramón de la Fuente a la ética en la diplomacia no debe quedar solo en palabras. México necesita fortalecer su servicio exterior, garantizando que quienes lo representen en el extranjero tengan la preparación y el compromiso necesarios para enfrentar los retos del presente.
En un mundo donde la política internacional es cada vez más compleja, el prestigio y la capacidad del cuerpo diplomático mexicano no pueden depender de improvisaciones. Solo con una política exterior bien definida, basada en principios y ejecutada por profesionales, México podrá defender su lugar en el escenario global.
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