Un reto de cambio profundo en la relación México-Estados Unidos
La reciente elección en Estados Unidos abre un nuevo capítulo en la política internacional para México, y el gobierno de Claudia Sheinbaum tendrá que adaptarse de inmediato a los cambios. No es un desafío menor; se trata de uno de los momentos de mayor impacto en la relación bilateral desde la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en los años 90.
Para México, el reto está en modernizar la relación con el vecino del norte, no sólo en términos comerciales, sino también en áreas críticas como migración, seguridad y nuevas políticas arancelarias. Ahora es el turno de Sheinbaum de mirar más allá de la diplomacia reactiva. ¿Cómo puede, entonces, construir un camino proactivo para que México mantenga su relevancia en la región? Analicemos tres acciones clave que su administración puede emprender.
1. Cabildeo y diplomacia activa en Washington
Sheinbaum enfrenta una oportunidad crucial para influir en las políticas de Washington que impactan directamente a México. Los cambios en temas como la lucha contra el crimen organizado, la migración y las políticas económicas son inevitables, y México debe buscar ser un socio con voz fuerte y articulada en estas decisiones. Para lograrlo, es esencial que invierta en cabildeo. México necesita representantes que hablen en los centros de decisión de EUA para evitar políticas que puedan dañar la estabilidad o economía mexicanas.
Este enfoque puede parecer costoso o desafiante, pero se ha probado efectivo en otras administraciones. Con un equipo bien preparado, México podría posicionarse de mejor manera en áreas estratégicas como la tecnología para combatir el tráfico de fentanilo, un tema central en las discusiones bilaterales.
2. Fortalecer el equipo de diplomacia en temas críticos
La presencia de figuras clave, como Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente, será fundamental para negociar con el nuevo gobierno estadounidense. Sheinbaum necesita darles autonomía, recursos y visibilidad internacional para representar los intereses mexicanos. En el contexto actual, estos líderes pueden tomar el frente en temas específicos y urgentes, desde el comercio hasta la seguridad y los derechos laborales para trabajadores migrantes.
El respaldo a un equipo sólido permitirá no solo una comunicación fluida con la Casa Blanca, sino también responder con mayor agilidad a las políticas que Washington decida implementar. México puede entonces influir en estas decisiones desde dentro, asegurando beneficios mutuos en áreas que han sido históricamente complicadas para ambos países.
3. Visión estratégica para Norteamérica: un proyecto de largo plazo
El último y más ambicioso paso para Sheinbaum sería la creación de una estrategia de integración económica y social que defina el futuro de Norteamérica a largo plazo. Este momento histórico podría ser aprovechado para proponer nuevas iniciativas de integración como un área aduanera común o acuerdos de movilidad laboral entre los países de la región.
Un modelo de integración total es una visión audaz que permitiría mejorar la competitividad de Norteamérica frente a bloques económicos como la Unión Europea o las economías emergentes de Asia. México, con su posición estratégica y una economía en crecimiento, podría proponer una idea revolucionaria para los próximos 30 años que beneficie a todos los involucrados, especialmente en áreas como transporte y tecnología para el desarrollo de infraestructuras eficientes.
La postura de Sheinbaum frente a la elección de EUA
La presidenta Sheinbaum ha mostrado una actitud abierta y conciliadora, aunque hasta ahora, muchas de sus declaraciones se han centrado en esperar a que se defina la elección presidencial en EUA. Ha mencionado que, una vez definido el proceso, su gobierno explicará sus esfuerzos en temas delicados como la lucha contra el fentanilo. Sin embargo, este enfoque podría resultar insuficiente en el largo plazo. En lugar de limitarse a una diplomacia reactiva, Sheinbaum tiene la oportunidad de proyectar una postura proactiva y visionaria que posicione a México como un socio esencial para Estados Unidos.
La nueva administración estadounidense plantea retos sin precedentes, y Sheinbaum podría marcar el rumbo hacia una relación bilateral robusta y dinámica que beneficie a México y, en última instancia, a toda Norteamérica.
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