sábado, diciembre 20, 2025

Rusia, su veto en la ONU y el juego geopolítico en Sudán y Gaza

El lunes, Rusia utilizó su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear una resolución que pedía un alto el fuego en Sudán y la protección de civiles. Aunque 14 de los 15 miembros votaron a favor del texto elaborado por el Reino Unido y Sierra Leona, Moscú impidió su adopción.

La postura de Rusia generó indignación internacional, y el ministro británico de Asuntos Exteriores, David Lammy, la calificó como una «vergüenza para Putin». Según Lammy, Rusia demuestra ser un aliado poco confiable para el Sur Global, ya que su veto deja a miles de africanos expuestos a más violencia. Sin embargo, detrás de estas acusaciones se esconde un juego geopolítico mucho más intrincado que conecta los intereses rusos con otras crisis globales, como el conflicto en Gaza.

El veto ruso: ¿un doble rasero o una estrategia calculada?

El veto ruso no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia que busca consolidar su influencia global en regiones estratégicas como África. Desde hace años, Rusia ha buscado presentarse como una alternativa a las potencias occidentales en el continente africano, promoviendo una narrativa de oposición al neocolonialismo. Sin embargo, su postura en Sudán sugiere que sus acciones no siempre están alineadas con ese discurso.

El conflicto en Sudán, marcado por una cruenta guerra civil entre las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) y el ejército regular, ha generado una crisis humanitaria masiva. El veto de Rusia, según analistas, responde a su interés en proteger acuerdos económicos y estratégicos con actores clave en la región, en particular, el acceso a recursos como el oro y su presencia militar a través del grupo Wagner.

El rol de Rusia en Gaza: entre la neutralidad y el pragmatismo

Mientras el mundo reacciona al conflicto en Sudán, la guerra en Gaza añade otra capa de complejidad a la política exterior rusa. Tras el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre, Moscú ha mantenido una postura cautelosa. Aunque ha criticado públicamente los ataques israelíes, sus acciones no han ido más allá de advertencias diplomáticas.

A diferencia de lo que muchos analistas occidentales sugieren, Rusia no actúa como un aliado directo de Hamás o Irán. A pesar de que Teherán apoya a Moscú suministrando armas para la guerra en Ucrania, Rusia no ha respaldado activamente a los grupos alineados con Irán en Medio Oriente. En cambio, parece optar por una política de apaciguamiento hacia Israel, evitando antagonizar a un país que no ha impuesto sanciones contra Moscú ni ha enviado armas a Ucrania.

¿Qué pasa con el «eje China-Rusia»?

El conflicto en Gaza también ha puesto en evidencia los límites de la cooperación entre Rusia y China. Aunque ambas potencias buscan contrarrestar la influencia de Estados Unidos en Medio Oriente, no comparten una estrategia común ni un vínculo ideológico sólido. Sus relaciones comerciales con Israel son significativas, y ambos países han evitado apoyar explícitamente a Irán o a grupos como Hezbolá, alineados con Teherán.

Este distanciamiento estratégico resalta que el supuesto «eje China-Rusia» no es un bloque monolítico, sino una alianza pragmática limitada por intereses nacionales específicos.

Trump, Biden y Putin: la influencia de Estados Unidos en este ajedrez global

El panorama se vuelve aún más incierto con la inminente llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Trump, quien ha mantenido una relación ambivalente con Vladimir Putin, podría reconfigurar las dinámicas internacionales.

En contraste con la política más agresiva de Joe Biden, que autorizó recientemente a Ucrania a atacar territorio ruso con misiles de largo alcance, Trump podría buscar retomar el diálogo con Rusia, enfriando las tensiones en Ucrania. Sin embargo, esto podría implicar concesiones que impacten en otras regiones, como Gaza o Sudán, donde las prioridades de Washington podrían cambiar drásticamente.

Sudán, Gaza y los desafíos globales de un mundo polarizado

La conexión entre Sudán, Gaza y la política exterior rusa revela cómo los conflictos locales se entrelazan con las grandes dinámicas globales. En Sudán, el veto ruso pone en peligro la estabilidad regional y evidencia la competencia por influencia en África. En Gaza, la postura de Rusia y China demuestra que incluso en un mundo multipolar, los intereses comerciales y estratégicos siguen prevaleciendo sobre alianzas ideológicas.

Con la llegada de Trump y la posible reactivación de sus lazos con Putin, el próximo año podría traer sorpresas en estos conflictos. Para Sudán y Gaza, el futuro depende de cómo las grandes potencias equilibren sus intereses en medio de un sistema internacional cada vez más fragmentado.

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