La reforma laboral en Colombia sigue su curso en el Congreso, con una controversial propuesta para implementar una semana laboral de cuatro días y flexibilizar la gestión de horas extras que ha encendido el debate entre el gobierno, trabajadores y gremios empresariales.
Una transformación significativa podría estar en el horizonte para el mercado laboral colombiano. La ponencia de la reforma laboral, actualmente en discusión en la comisión cuarta del Senado y a la espera de un último debate en la Plenaria, incluye entre sus puntos más destacados la posibilidad de implementar una semana laboral de cuatro días, bajo la modalidad conocida como jornada 4×3. Este esquema permitiría a los trabajadores cumplir su jornada semanal en cuatro días y disfrutar de tres días de descanso, siempre que exista un acuerdo previo con el empleador y se respeten las horas semanales legalmente establecidas.
Según el artículo 12, la jornada máxima legal, fijada actualmente en 42 horas semanales, podría distribuirse de tal manera que se concentre en cuatro días. Esto implicaría una extensión de la jornada diaria –aproximadamente 10.5 horas por día– que, crucialmente, no se consideraría tiempo suplementario ni generaría el pago de horas extras. Solo el trabajo realizado fuera de los días y horarios pactados bajo esta modalidad especial se contabilizaría como tal.
Autonomía empresarial y reacciones encontradas
Otro cambio relevante que introduce la reforma es la eliminación del requisito de solicitar permiso al Ministerio del Trabajo para la realización de horas extras. De aprobarse, esta medida otorgaría mayor autonomía a los empleadores para organizar los horarios de trabajo en función de las necesidades productivas, según explicó el abogado Camilo García, especialista en derecho laboral.
La propuesta de la semana de cuatro días ha sido recibida con optimismo por algunos sectores, que la ven como una modernización de las relaciones laborales y una mejora en la calidad de vida de los trabajadores. De hecho, empresas como Hada International ya han implementado con éxito modelos similares, aplicando la jornada 4×3 a la totalidad de su personal, incluso en procesos productivos intensivos.
Sin embargo, la iniciativa ha generado una fuerte oposición por parte de algunos gremios empresariales. Miguel Ángel Díaz, presidente de la Confederación Nacional del Gremio de la Vigilancia Privada (Confevip), ha calificado la reforma como potencialmente «devastadora» para su sector. Argumenta que la reducción de horas extras para los turnos de 12 horas, comunes en la vigilancia, implicaría un sobrecosto tarifario del 30% que los usuarios no asumirían, llevando a la pérdida de unos 30.000 empleos. Empresas de seguridad han manifestado que la aplicación de esta norma sería «básicamente imposible» para ellas.
Desafíos de la nueva Reforma Laboral
El debate sobre la reforma laboral no ocurre en un vacío. Se enmarca en un esfuerzo más amplio del gobierno colombiano por abordar problemáticas estructurales. Paralelamente, en el Congreso avanza la extensión de la vigencia de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) hasta el año 2037, una iniciativa clave del Acuerdo de Paz que busca transformar los territorios más golpeados por el conflicto armado, la pobreza y los cultivos ilícitos.
No obstante, la consolidación de la paz enfrenta serios obstáculos. Informes recientes, aunque algunos con datos que requieren actualización a junio de 2025, han señalado la persistencia de la violencia contra firmantes del Acuerdo de Paz y la lentitud en la implementación de la reforma rural integral, un pilar fundamental del mismo. La Organización de las Naciones Unidas ha instado a fortalecer la protección de los excombatientes y ha advertido sobre la «falsa dicotomía entre paz y seguridad», subrayando que una solución duradera requiere acciones complementarias en ambos frentes.
Otros frentes legislativos activos incluyen un proyecto de ley enfocado en la salud mental de niños y adolescentes y discusiones urgentes sobre la crisis del sistema penitenciario, que ha sido descrito por senadores como una «bomba de tiempo».
La compleja interacción de estas reformas sociales y los persistentes desafíos de seguridad y desarrollo definen el panorama colombiano actual. El gobierno parece intentar un abordaje simultáneo de las causas estructurales del conflicto y sus consecuencias, una tarea de enorme envergadura cuyos resultados aún están por verse. La reforma laboral, con su promesa de modernidad y bienestar, se convierte así en una pieza más de este intrincado rompecabezas nacional.


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