Noruega se puso a la cabeza en la lucha contra el cambio climático con el lanzamiento oficial de Northern Lights, un ambicioso proyecto que almacenará carbono capturado de plantas industriales europeas bajo el fondo del Mar del Norte. Lo novedoso es que ya no se trata de una promesa futura: la infraestructura está lista y en funcionamiento.
Apoyado por el gobierno noruego y por gigantes como Shell, Equinor y TotalEnergies, el plan busca convertirse en un modelo para el resto del mundo, sobre todo en sectores donde reducir emisiones es técnicamente complicado, como el del cemento o los fertilizantes.
¿Cómo funciona Northern Lights?
El corazón del proyecto está en la isla de Øygarden, en la costa oeste de Noruega, donde se construyó la primera terminal marítima del mundo dedicada exclusivamente a recibir CO₂. Este gas, que es capturado directamente de fábricas en Europa, se transporta en barcos especiales y se inyecta a más de 2,400 metros bajo el lecho marino, en formaciones geológicas selladas por capas de roca.
El objetivo es claro: almacenar hasta cinco millones de toneladas de CO₂ al año, lo que equivale aproximadamente al 10% de las emisiones totales de Noruega.
La tecnología detrás de la captura
El proceso comienza en fábricas como la de Heidelberg Materials en Brevik, donde se instalan sistemas que atrapan el CO₂ emitido durante la producción. Este se enfría, se trata con aminas (compuestos químicos que lo capturan) y luego se convierte en líquido.
Una vez en forma líquida, se carga al Northern Pioneer, el buque más grande del mundo para transportar dióxido de carbono, que funciona con tecnologías de bajas emisiones, como gas natural licuado y energía eólica asistida.
¿Por qué hacerlo en Noruega?
Muchos países europeos no tienen las condiciones geológicas necesarias para almacenar carbono de forma segura. Noruega, en cambio, lleva más de 25 años inyectando CO₂ bajo el mar sin incidentes, lo que le da una ventaja tecnológica y de confianza.
Además, el país financia parte del proyecto con ingresos del petróleo y gas, y apuesta por una transición energética que no deje atrás a las industrias pesadas.
Europa ya se sube al barco
Empresas como Yara (Países Bajos), Ørsted (Dinamarca) y Stockholm Exergi (Suecia) ya confirmaron que enviarán CO₂ a Øygarden. ¿Cómo lo logran? Gracias a subsidios públicos y a políticas europeas más estrictas sobre emisiones. Estos incentivos hacen que capturar y almacenar CO₂ sea más barato que pagar multas por contaminar.
No obstante, expertos como Sarah Saltzer, de la Universidad de Stanford, advierten que los costos de adaptar una planta son muy altos, por lo que los apoyos financieros seguirán siendo clave.
¿Qué tan seguro es almacenar CO₂ bajo el mar?
Según Jennifer Wilcox, de la Universidad de Pensilvania, el sistema es seguro siempre que haya un monitoreo estricto. Y en eso Noruega no escatima: el gas será vigilado en tiempo real durante al menos 25 años para detectar cualquier fuga o anomalía.
La experiencia previa del país en el manejo de estas formaciones subterráneas le da un voto de confianza. Hasta ahora, no se han registrado fugas en los proyectos de captura existentes.


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