La escena ocurrió durante un podcast con Patrick Bet-David, empresario estadounidense de origen asirio. Cuando le preguntaron por qué Israel nunca había reconocido el genocidio armenio, Benjamin Netanyahu no dudó:
“Acabo de hacerlo. Aquí tiene”.
Con esas palabras, el primer ministro israelí se convirtió en el primer líder en la historia de Israel en reconocer públicamente que el Imperio Otomano perpetró la masacre sistemática de armenios, asirios y griegos entre 1915 y 1923.
Una herida abierta en la historia
La comunidad armenia lleva más de un siglo reclamando justicia y memoria internacional por las matanzas que dejaron alrededor de 1.5 millones de víctimas. Deportaciones, masacres y encarcelamientos marcaron el fin del Imperio Otomano.
Aunque numerosos historiadores lo consideran un genocidio, Turquía rechaza esa definición, sosteniendo que se trató de muertes ocurridas en el caos de la Primera Guerra Mundial.
Hasta hoy, solo 34 gobiernos han reconocido oficialmente el genocidio armenio. Uruguay fue el primero en 1965, seguido por varios países europeos y latinoamericanos.
Israel entre memoria y realpolitik
Durante décadas, Israel evitó ese reconocimiento por un motivo claro: mantener relaciones estratégicas con Turquía, un país clave en el comercio, la seguridad regional y la OTAN.
Sin embargo, este silencio siempre resultó incómodo para parte de la sociedad israelí. Algunos líderes, como Yossi Sarid o Reuven Rivlin, defendieron públicamente la necesidad de llamar a las cosas por su nombre, apelando a la memoria del Holocausto como un compromiso moral con otros pueblos víctimas del odio.
Turquía reacciona con dureza
El gobierno de Recep Tayyip Erdogan calificó la declaración como un “intento político de explotar tragedias pasadas”. Ankara insiste en negar cualquier responsabilidad sistemática y acusa a Netanyahu de “encubrir sus propios crímenes” en Gaza.
El reconocimiento llega en un momento de máxima tensión bilateral: Turquía se ha convertido en uno de los principales críticos de Israel por la guerra en Gaza, incluso llegando a elogiar el ataque del 7 de octubre de 2023.
¿Un cambio de rumbo en política exterior israelí?
El gesto de Netanyahu no solo tiene valor simbólico: envía un mensaje a la comunidad internacional de que Israel está dispuesto a romper con décadas de diplomacia cauta.
En medio de la confrontación con Turquía, el reconocimiento del genocidio armenio se interpreta como un giro histórico en la política exterior israelí, que podría redefinir alianzas y tensiones en Medio Oriente y más allá.


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