En una emisión que ha conmocionado al mundo, la televisión estatal de Corea del Norte ha mostrado imágenes del líder Kim Jong Un llorando sobre los ataúdes de soldados norcoreanos muertos mientras luchaban para Rusia en Ucrania. Esta es la confirmación más gráfica y emotiva hasta la fecha del profundo pacto militar entre Pyongyang y Moscú.
Las imágenes son tan inéditas como escalofriantes. La Televisión Central de Corea, el principal órgano de propaganda del régimen, transmitió una secuencia cuidadosamente producida que muestra al líder supremo, Kim Jong Un, visiblemente afectado, colocando una bandera norcoreana sobre un ataúd y apoyando sus manos sobre él en un gesto de luto solemne.
Esta es la primera vez que Pyongyang reconoce públicamente y con tal carga emocional las bajas sufridas por sus tropas en la guerra de Ucrania, en lo que constituye una alianza cada vez más profunda con la Rusia de Vladimir Putin.
Una Guerra Secreta que Sale a la Luz
Aunque la inteligencia occidental ya había informado sobre la presencia de tropas norcoreanas en Ucrania, esta transmisión oficial lo saca de las sombras de una manera dramática. La ceremonia, según los informes, se celebró en Pyongyang para conmemorar el primer aniversario del «tratado de asociación estratégica integral» entre Rusia y Corea del Norte, un pacto que incluye una cláusula de defensa mutua. En el evento también estuvo presente la ministra de Cultura de Rusia, Olga Lyubimova, y se vio a asistentes de ambos países secándose las lágrimas.
Las cifras detrás de estas imágenes son sombrías. Según la inteligencia de Corea del Sur, aproximadamente 600 soldados norcoreanos han muerto en combate y miles más han resultado heridos. Un informe de inteligencia del Ministerio de Defensa del Reino Unido eleva el número total de bajas a más de 6,000, lo que representaría cerca de la mitad de la fuerza original desplegada.
Implicaciones Globales: Soldados por Tecnología
Este pacto de sangre tiene implicaciones profundas para la seguridad global. Corea del Norte está proporcionando a Rusia un recurso que necesita desesperadamente: mano de obra. Las tropas norcoreanas, según informes, han sido utilizadas como unidades de asalto en primera línea, absorbiendo un alto número de bajas y permitiendo a Rusia prolongar su ofensiva.
A cambio de soldados y de un suministro masivo de municiones y misiles balísticos, Pyongyang está recibiendo algo invaluable: ayuda económica, alimentos y, lo más alarmante, tecnología militar rusa avanzada. La guerra en Ucrania se ha convertido en un campo de pruebas en vivo para las armas norcoreanas y una escuela de combate para sus soldados. La experiencia y la tecnología que adquieran allí tendrán un impacto directo en la amenaza que representan para Corea del Sur, Japón y las fuerzas estadounidenses en la región.
«Oh, nuestros héroes, estrellas brillantes de mi patria», decían los subtítulos de la televisión estatal norcoreana sobre imágenes de sus soldados en el campo de batalla, glorificando su sacrificio.
La decisión de Kim Jong Un de televisar este luto no es un signo de debilidad, sino una calculada pieza de comunicación estratégica. Para su audiencia interna, eleva a los caídos a la categoría de mártires en una «guerra santa» contra el imperialismo occidental, reforzando la narrativa del régimen. Para el mundo exterior, es una señal inequívoca de que Corea del Norte es un actor militar comprometido, dispuesto a pagar un alto precio en sangre, lo que hace que su alianza con Rusia sea más sólida y sus propias amenazas, más creíbles. La presencia de su hija, Ju Ae, en la ceremonia, refuerza la idea de que se trata de un alineamiento dinástico y a largo plazo.


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