Un infierno visible desde el espacio
Las imágenes de los incendios en Palisades y Eaton, dos de los más destructivos en la historia de California, parecen sacadas de un apocalipsis. Miles de hectáreas calcinadas, comunidades devastadas y un cielo teñido de humo son ahora símbolos de un fenómeno que no es aislado, sino parte de un patrón que el cambio climático intensifica año tras año.
Este 2025, las condiciones fueron perfectas para un desastre. Un invierno seco, la acumulación de maleza y los vientos Santa Ana, con ráfagas de hasta 120 km/h, convirtieron una chispa en un infierno imparable. Aunque la imprudencia humana, como los fuegos artificiales, puede detonar estos eventos, el verdadero motor de estas tragedias está en un factor más profundo: el océano y su influencia en el clima.
Los vídeos de personas rescatando animales durante los incendios en Los Angeles son impresionantes.
— Rubén Pérez (@ruben_prz) January 11, 2025
Gente que no deja a su familia tirada, como si han hecho otr@s. pic.twitter.com/cmxSdmsQiL
El vínculo invisible entre océanos y desiertos
Pocos saben que el océano y la tierra están interconectados en un equilibrio natural fascinante. Fenómenos como El Niño y La Niña alteran las temperaturas del mar, desatando sequías o lluvias extremas.
- El Niño calienta las aguas, provoca lluvias intensas y recarga los suelos del continente.
- La Niña enfría el océano, lo que fomenta la sequía y los incendios en tierra firme.
En 2025, La Niña dominó, dejando una vegetación seca y lista para arder. Pero en el mar, ese enfriamiento impulsa la proliferación de microalgas, fundamentales para el ecosistema marino. Las aves marinas que dependen de estas cadenas alimenticias regresan al desierto, fertilizando la tierra con nutrientes esenciales.
Este equilibrio ha funcionado por siglos, pero ahora, el impacto humano lo ha desestabilizado.
La prevención que nunca llega
La ciencia ha advertido durante años que los incendios serán más devastadores, no porque aumente el terreno quemado, sino porque seguimos urbanizando zonas de alto riesgo. Las políticas preventivas, como:
- Limpieza de cañones.
- Regulación de fuegos artificiales.
- Mapas de riesgo actualizados.
Son herramientas disponibles, pero subutilizadas. Las aseguradoras ya están abandonando estas áreas, mientras los gobiernos y las empresas se muestran indiferentes.
Tecnología y ciencia: nuestras armas contra los incendios
Contamos con herramientas extraordinarias para anticiparnos:
- Estaciones meteorológicas que monitorean el clima en tiempo real.
- Sistemas de predicción basados en la interacción entre océanos y atmósfera.
- Mapas de riesgo que identifican zonas vulnerables.
Sin embargo, estas herramientas requieren de inversión y voluntad política para integrarse en la toma de decisiones.
La resiliencia de la naturaleza frente a nuestra inacción
A pesar de los daños, la naturaleza encuentra formas de adaptarse. Los océanos seguirán alternando ciclos de frío y calor; los desiertos florecerán en los años lluviosos; y las aves marinas seguirán fertilizando la tierra.
La pregunta es si nosotros seremos capaces de hacer lo mismo. Adaptarnos implica cambios en nuestras políticas, inversiones y estilos de vida.
Ignorar los incendios de hoy es aceptar tragedias mayores en el futuro.
El llamado de la naturaleza
Los incendios en Palisades y Eaton son más que tragedias locales; son señales de un mundo que clama por acción. Si bien el cambio climático amplifica estas catástrofes, nuestra falta de prevención es igualmente culpable.
La ciencia nos ha dado las respuestas. Ahora es nuestro turno de actuar antes de que los desastres se conviertan en la norma.
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