Un proceso electoral marcado por la incertidumbre

Honduras vive uno de los momentos más tensos de su vida democrática reciente. Tras los retrasos en el conteo, las inconsistencias en miles de actas y las acusaciones cruzadas de fraude, el país centroamericano permanece en una situación de incertidumbre política, con dos candidatos prácticamente empatados y un escrutinio especial que podría iniciar este viernes, según estimaciones de autoridades electorales.

La consejera del Consejo Nacional Electoral (CNE), Cossette López-Osorio, explicó que esperaba que el proceso comenzara el jueves, pero estimó que podría arrancar la tarde del viernes, siempre que los partidos políticos nombren a sus representantes dentro del período reglamentario de 24 horas. Otros consejeros, como Marlon Ochoa, consideraron que el inicio podría aplazarse incluso hasta el sábado, lo que prolonga aún más el clima de tensión.

El CNE enfrenta presiones internas, reclamos de los partidos contendientes y el escrutinio de la comunidad internacional, mientras busca asegurar un proceso transparente para determinar al próximo presidente que gobernará Honduras entre 2026 y 2030.

Miles de actas con inconsistencias elevan la tensión

De acuerdo con el organismo electoral, 2,773 actas —el 14.5 % del total— presentan inconsistencias que deben ser revisadas antes de validar cualquier resultado definitivo. Estas actas no son menores: contienen cientos de miles de votos, suficientes para revertir por completo la tendencia actual, lo que mantiene a la ciudadanía en un estado de preocupación y polarización.

Con más del 99 % de los votos contabilizados preliminarmente después de 12 días, el candidato del Partido Nacional, Nasry Asfura, cuenta con el 40.52 % de los votos, una ventaja de poco más de 42,000 sufragios sobre Salvador Nasralla, del Partido Liberal, quien acumula 39.20 %. En tercer lugar, con el 19.29 %, aparece Rixi Moncada, candidata de LIBRE, el partido en el gobierno.

El margen estrecho entre los dos principales contendientes ha alimentado sospechas, declaraciones controversiales y llamados a la revisión exhaustiva de cada acta dudosa, en un país con antecedentes de procesos electorales cuestionados.

Denuncias de fraude y acusaciones cruzadas

La campaña postelectoral se ha intensificado, y tanto Asfura como Nasralla afirman tener información que les garantiza la victoria. Por su parte, diversos miembros de la cúpula de LIBRE han insistido en que no reconocen los resultados preliminares, calificando el proceso como un posible “golpe electoral”.

En paralelo, una comisión del Congreso hondureño, dominado por sectores afines al oficialismo, ha advertido que podría rechazar los resultados, acusando incluso al expresidente estadounidense Donald Trump de “interferencia” en el proceso. Días antes de la elección, Trump había pedido abiertamente votar por Asfura y prometió indultar al exmandatario hondureño Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico en Estados Unidos.

Estas declaraciones, sumadas a denuncias históricas de irregularidades, han profundizado la polarización social y la desconfianza en las instituciones electorales del país.

Participación internacional y vigilancia externa

El gobierno de Estados Unidos ha expresado su preocupación por el clima político en Honduras. A través de portavoces, señaló que se mantiene atento al proceso de escrutinio y que responderá “con rapidez y firmeza” ante cualquier intento de manipular los resultados o desestabilizar el proceso democrático.

Además de los observadores internacionales, el CNE comunicó que el escrutinio especial será transmitido en vivo y contará con la presencia de representantes de todos los partidos, con el objetivo de fortalecer la transparencia del proceso.

Sin embargo, analistas señalan que el problema de fondo radica en la fragilidad institucional del país, donde las elecciones suelen convertirse en disputas prolongadas que agotan a la ciudadanía y debilitan la confianza en la democracia.

Honduras ante un posible punto de quiebre

La inestabilidad política, las acusaciones de fraude y la intervención de actores externos configuran un escenario peligroso en un país marcado por la pobreza, la violencia y la migración masiva. Un escrutinio especial que tarde demasiado, o que sea impugnado por los actores perdedores, podría profundizar las divisiones y debilitar aún más la gobernabilidad.

Por ahora, el país aguarda que el proceso de revisión avance lo antes posible y que las autoridades electorales logren un acuerdo que permita dar certeza a las y los hondureños. El reloj corre: el CNE tiene hasta el 30 de diciembre para declarar formalmente al ganador.

Honduras vive un momento crucial. Con un escrutinio especial inminente, miles de actas irregulares por revisar y una disputa cerrada entre los candidatos, el país enfrenta el desafío de garantizar la legitimidad del proceso. La transparencia, la vigilancia internacional y la disposición al diálogo serán claves para evitar una crisis mayor y para que la ciudadanía recupere la confianza en sus instituciones.