La Guardia Costera de China utilizó cañones de agua contra buques pesqueros filipinos cerca del Atolón de Scarborough, en el Mar de China Meridional. Pekín alega una intrusión ilegal, mientras Manila denuncia una agresión peligrosa, elevando la tensión a un nuevo nivel.
Un nuevo y tenso capítulo se ha escrito en las disputadas aguas del Mar de China Meridional. Este viernes, la Guardia Costera de Filipinas acusó a buques de la Guardia Costera de China de realizar «maniobras agresivas» y de utilizar cañones de agua contra embarcaciones filipinas que se encontraban en una misión para entregar suministros a pescadores en el Atolón de Scarborough, conocido en Filipinas como Bajo de Masinloc.
La confrontación, capturada en video y difundida por las autoridades filipinas, muestra potentes chorros de agua impactando al menos a uno de los buques pesqueros. Pekín, por su parte, ofreció una versión completamente opuesta de los hechos, afirmando que sus fuerzas «expulsaron» al buque gubernamental filipino No. 3306, que había «intruso forzadamente» en lo que China considera sus aguas territoriales. Un portavoz de la Guardia Costera china calificó la acción como una «medida necesaria» de «disuasión con cañones de agua».
### Dos Versiones, Un Conflicto: Las Narrativas Contrapuestas de Pekín y Manila
La discrepancia en las narrativas subraya la profundidad del conflicto. Desde la perspectiva de Manila, la misión era de carácter civil y humanitario: apoyar a sus pescadores que operan en una zona que Filipinas considera parte de su Zona Económica Exclusiva. La acción china, por lo tanto, se presenta como un acto de agresión desproporcionado contra civiles, diseñado para intimidar y negar a los filipinos el acceso a sus caladeros tradicionales.
Desde Pekín, el incidente se enmarca en una lógica de defensa de la soberanía. China reclama la totalidad del Atolón de Scarborough, al que denomina «Huangyan Island», y considera cualquier presencia filipina no autorizada como una violación de su integridad territorial. Sus acciones, según su versión, son una respuesta legítima y mesurada de aplicación de la ley para proteger sus fronteras marítimas.
Este choque de narrativas no es nuevo, pero la frecuencia y la intensidad de estos encuentros han aumentado, convirtiendo estas aguas en uno de los puntos geopolíticos más calientes del planeta.
### Una Agresión Calculada en la «Zona Gris»
El uso de cañones de agua, aunque visualmente dramático y potencialmente peligroso, es una táctica deliberada que se inscribe en lo que los analistas militares denominan «operaciones de zona gris». Estas acciones son hostiles y coercitivas, pero se mantienen por debajo del umbral de un acto de guerra formal que podría desencadenar una respuesta militar directa. No se dispararon misiles ni munición real, lo que permite a China ejercer presión y afirmar su control de facto sobre el área sin provocar un conflicto armado a gran escala.
Este patrón de comportamiento busca probar los límites de la alianza entre Filipinas y Estados Unidos. Cada incidente de este tipo es una provocación calibrada que pone a prueba la solidez del Tratado de Defensa Mutua entre Washington y Manila, obligando a EE.UU. a reaccionar, pero sin darle una justificación clara para una intervención militar directa.
«Las acciones de la parte filipina infringen gravemente la soberanía de China y violan tanto el derecho internacional como las leyes chinas pertinentes.» – Declaración de la Guardia Costera de China.
### La Viralidad como Arma Geopolítica
En este conflicto asimétrico, Filipinas ha encontrado una poderosa herramienta: la transparencia radical. Al filmar y difundir rápidamente imágenes de alta calidad de estas confrontaciones, el gobierno filipino está librando una batalla paralela en el tribunal de la opinión pública mundial.
Estas imágenes, que muestran grandes buques chinos hostigando a embarcaciones filipinas más pequeñas, son inherentemente virales. Generan una fuerte respuesta emocional y una narrativa de «David contra Goliat» que es fácil de entender para una audiencia global. Esta estrategia de «viralidad como arma geopolítica» busca exponer las acciones de Pekín, generar solidaridad internacional y presionar a China de una manera que la diplomacia tradicional a puerta cerrada no puede lograr. La noticia, en este caso, se convierte en parte activa del conflicto.
Mientras las tensiones continúan en ebullición, la pregunta fundamental que queda en el aire es si esta escalada controlada puede, en algún momento, salirse de control y arrastrar a las potencias a un enfrentamiento directo con consecuencias impredecibles para la estabilidad de toda la región del Indo-Pacífico.


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