El mundo observa con incertidumbre cómo las tensiones entre las potencias globales escalan a niveles alarmantes. Putin, con su rostro imperturbable, amenaza con el uso de armas nucleares mientras Biden permite que Zelenski utilice misiles de largo alcance con asistencia de la OTAN. Y, como si fuera un capítulo más de esta escalada, Trump promete emergencias nacionales y militarización extrema en la frontera norteamericana.
¿Estamos realmente cerca de una Tercera Guerra Mundial o es simplemente un juego de poder diseñado para servir intereses económicos?
El negocio detrás de la guerra: armas y reconstrucción
En el trasfondo de estas amenazas y estrategias militares, emerge un patrón conocido: la industria de la guerra como motor económico.
- Fabricación de armas: Fondos de inversión como Vanguard, cuyos principales accionistas son empresas como Smith & Wesson, se benefician enormemente de los conflictos. Políticos, senadores y gobernadores en Estados Unidos tienen inversiones en estos fondos, lo que explica su insistencia en militarizar y mantener las tensiones globales.
- Reconstrucción post-conflicto: Después de la devastación, llega el negocio de reconstruir. Contratistas de infraestructura y logística ganan millones en contratos gubernamentales para “reconstruir” naciones afectadas por los conflictos, perpetuando un ciclo rentable.
México en la mira: narco terrorismo y amenazas de intervención
En medio de esta narrativa global, México también aparece como un actor involuntario. La idea de que el país está “militarizado” se utiliza para justificar amenazas externas de intervención bajo el pretexto del narco terrorismo.
La historia nos muestra que, cuando Estados Unidos interviene en otras naciones, las consecuencias suelen incluir:
- Dictaduras militares: Estados fallidos y gobiernos impuestos que benefician intereses extranjeros.
- Explotación de recursos naturales: Los países intervenidos suelen perder el control de sus riquezas naturales a manos de contratistas internacionales.
- Tortura y represión: La invasión suele ir acompañada de violaciones a los derechos humanos en nombre de la seguridad.
¿Quién se beneficia de las amenazas globales?
Mientras las potencias mundiales se miden en un peligroso juego de poder, es evidente que hay ganadores claros:
- Empresas de defensa y armamento: Desde helicópteros de guerra hasta municiones, el conflicto es su mejor mercado.
- Fondos de inversión: Los accionistas, entre ellos políticos clave, obtienen rendimientos significativos gracias a las tensiones.
- Contratistas de reconstrucción: Incluso antes de que termine la guerra, ya tienen contratos millonarios asegurados.
El costo para el mundo y para la humanidad
Lo que está en juego no es solo el equilibrio político o económico, sino la misma existencia humana. Una guerra nuclear no tiene ganadores. Las amenazas de Putin, Biden y Trump no solo ponen en riesgo a sus propios países, sino al mundo entero.
Sin embargo, mientras la población global observa con miedo, parece que para los poderosos, el conflicto no es más que otra oportunidad de negocio.
Reflexión final: un llamado a la paz y la acción ciudadana
Ante este panorama, es vital recordar que el poder de las personas puede contrarrestar los intereses de quienes ven la guerra como un negocio. La paz no debe ser un concepto utópico, sino un objetivo colectivo.
En lugar de aceptar pasivamente estas amenazas, es momento de exigir transparencia, responsabilidad política y un cambio en las prioridades globales.
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