Desde su irrupción en la política en 2015, Donald Trump ha utilizado la migración como un arma política. Su retórica ha evolucionado de calificar a los migrantes como un problema económico a presentarlos como una amenaza existencial para Estados Unidos.
En su segundo mandato, esta narrativa ha alcanzado nuevos extremos. Las declaraciones de su vocera, Karoline Leavitt, dejan en claro la postura oficial: “Todos los migrantes ilegales son criminales”.
Este tipo de afirmaciones no solo ignoran la realidad estadística, sino que también legitiman la discriminación y el odio, con consecuencias directas en políticas migratorias, percepciones sociales y violencia contra los migrantes.
El estigma: criminales, asesinos y «portadores de enfermedad»
Trump ha repetido innumerables veces que los migrantes traen crimen, drogas y violencia, pese a que las cifras oficiales demuestran lo contrario.
¿Qué ha dicho Trump sobre los migrantes?
- “Casos aislados y trágicos demuestran que los migrantes están matando a estadounidenses en masa.”
- “Inmigrantes haitianos matan mascotas de estadounidenses y se las comen.”
- “Tienen malos genes.”
- “No nos infestarán.”
- “Algunos indocumentados no son personas.”
Estas frases no son simples declaraciones políticas. Son estrategias calculadas para crear un enemigo común, un chivo expiatorio sobre el cual descargar el miedo y la frustración de ciertos sectores de la población.
Efectos del discurso de odio: del racismo a la violencia extrema
El lenguaje de Trump ha tenido consecuencias reales. Durante su primer mandato, la retórica antiinmigrante provocó:
- Un aumento en los crímenes de odio contra latinos en EE.UU.
- El fortalecimiento de grupos supremacistas blancos, como el Ku Klux Klan.
- Restricciones migratorias sin precedentes, como la separación de familias en la frontera.
- El endurecimiento de leyes estatales que criminalizan a quienes ayudan a migrantes.
En su nuevo mandato, la radicalización del discurso ha dado pie a nuevas medidas. Trump ha prometido perseguir a migrantes en colegios, iglesias y hospitales, lugares que tradicionalmente se consideraban refugios seguros.
Además, ha declarado que propondrá la pena de muerte para migrantes que cometan delitos contra ciudadanos estadounidenses. Esta medida, aunque probablemente inconstitucional, sirve para reforzar la idea de que los migrantes son un peligro incontrolable.
¿Qué viene para México y la comunidad migrante?
El gobierno de México se enfrenta a un dilema complejo. Por un lado, necesita mantener una relación diplomática estable con EE.UU. para proteger los intereses comerciales y económicos del país. Por otro, debe defender los derechos de millones de mexicanos que viven en territorio estadounidense.
Las consecuencias del discurso de Trump pueden ser:
- Un aumento en las deportaciones masivas y el endurecimiento de la política fronteriza.
- Mayores restricciones en el acceso a visas y permisos de trabajo.
- Un incremento en la discriminación y violencia contra latinos en EE.UU..
Ante este panorama, la administración de Claudia Sheinbaum deberá fortalecer los consulados mexicanos y buscar mecanismos de protección para los connacionales en EE.UU.
Conclusión: el peligro de la demonización política
La estrategia de Trump no es nueva, pero su impacto ha escalado a niveles preocupantes. Cuando un líder mundial justifica la discriminación, se abren las puertas a la violencia sistemática.
El reto para México y la comunidad migrante es combatir la desinformación, exigir el respeto a los derechos humanos y fortalecer la unidad ante un discurso de odio que busca dividir y sembrar miedo.
El mundo ya ha visto antes lo que ocurre cuando se culpa a un grupo de personas de todos los problemas de una nación. La historia es clara: cuando la política se convierte en una cacería de brujas, las consecuencias pueden ser devastadoras.
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