En una escalada estratégica, el gobierno de Estados Unidos designó formalmente al «Cártel de los Soles» de Venezuela como una Organización Terrorista Global Especialmente Designada. Este movimiento altera fundamentalmente la dinámica del conflicto con el régimen de Nicolás Maduro, trascendiendo las sanciones económicas para entrar en el terreno de la seguridad nacional.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos, a través de su Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), oficializó la designación el 26 de julio de 2025, un paso que endurece significativamente la postura de Washington. La medida no es solo una etiqueta; redefine la naturaleza de la amenaza que, según Estados Unidos, emana de Venezuela y habilita un nuevo conjunto de herramientas legales y diplomáticas para confrontarla.
El Cártel de los Soles: ¿Qué es y por qué importa?
El «Cártel de los Soles» no es una organización criminal tradicional. Su nombre, según informes de inteligencia y acusaciones formales de EEUU, proviene de las insignias en forma de sol que portan en sus uniformes los altos mandos de las Fuerzas Armadas de Venezuela, quienes presuntamente conforman el núcleo de esta red.
A diferencia de otros cárteles, se le describe como una estructura criminal simbiótica con el Estado venezolano, operada desde las más altas esferas del poder. Su principal actividad es el narcotráfico a gran escala, pero también se le vincula a una vasta red de corrupción. Documentos del Departamento de Justicia de EEUU alegan que esta organización ha colaborado estrechamente con otros grupos criminales transnacionales, como el Tren de Aragua y el Cártel de Sinaloa, actuando como un facilitador clave en el ecosistema delictivo del hemisferio.
La Acusación Central: «Inundar» EEUU con Cocaína
El fundamento de la designación terrorista se basa en una acusación explosiva. El gobierno estadounidense sostiene que el cártel, supuestamente liderado por el propio Nicolás Maduro, tiene el objetivo deliberado de «inundar» Estados Unidos con cocaína, utilizando los narcóticos como un arma para «socavar la salud y el bienestar de nuestra nación».
«Tomaremos acciones contundentes contra organizaciones violentas, incluyendo Tren de Aragua, el Cártel de Sinaloa, y sus facilitadores, como el Cártel de los Soles». – Scott Bessent, Secretario del Tesoro de EEUU.
Esta narrativa transforma la percepción del problema. Ya no se trata únicamente de narcotráfico con fines de lucro, sino de «narco-terrorismo», una agresión directa a la seguridad nacional estadounidense. Esta recalificación es crucial, pues la lucha contra el terrorismo goza de un marco legal y un consenso internacional mucho más robustos que las sanciones económicas por violaciones a los derechos humanos, a menudo criticadas como injerencistas.
Implicaciones Profundas: Un Cambio en las Reglas del Juego
La designación como organización terrorista es una escalada calculada. Al vincular directamente al régimen de Maduro con el terrorismo, Washington busca legitimar medidas más drásticas. Un ejemplo claro es la invocación de leyes como el «Alien Enemies Act» (Ley de Enemigos Extranjeros) contra miembros del Tren de Aragua, quienes ahora pueden ser tratados no como migrantes irregulares, sino como «enemigos extranjeros» partícipes de una «invasión» o «incursión depredadora» contra territorio estadounidense.
Este movimiento estratégico parece diseñado para aislar diplomáticamente a Maduro de una manera más efectiva. Defender a un régimen acusado de violaciones democráticas es una cosa; defender a uno formalmente etiquetado como patrocinador del terrorismo es políticamente mucho más costoso en el escenario global. La jugada busca desmantelar la red de apoyo internacional de Venezuela y fortalecer la posición de Estados Unidos para futuras acciones.
El gobierno venezolano, por su parte, ha rechazado sistemáticamente estas acusaciones. El canciller Yvan Gil ha calificado las afirmaciones como «injerencistas» y ha llegado a negar la existencia del Tren de Aragua, describiéndolo como una «ficción mediática». Esta postura contrasta directamente con las conclusiones de agencias internacionales como INTERPOL, que han alertado sobre la expansión y peligrosidad de dicha banda.
En conclusión, esta designación no es un hecho aislado. Es la pieza central de una nueva fase de presión que combina herramientas legales, militares y diplomáticas, cambiando las reglas del juego para Venezuela y sus aliados en el escenario mundial.


TE PODRÍA INTERESAR