El Canal de Panamá se prepara para dar un paso histórico en su papel como eje del comercio internacional. Según informó su administrador, Ricaurte Vásquez, la construcción de un gasoducto para transportar gas licuado de petróleo (GLP) podría arrancar en 2027. Este proyecto, que forma parte de un ambicioso plan de modernización y diversificación de servicios, promete transformar la manera en que se moviliza la energía a nivel global.

La iniciativa no solo busca reforzar la competitividad de la vía interoceánica, sino también consolidar a Panamá como un hub energético estratégico entre Estados Unidos y Asia, dos de los mercados más dinámicos en el consumo de gas.

Detalles del proyecto y cronograma previsto

De acuerdo con Vásquez, el Canal de Panamá espera licitar el proyecto en 2026, después de abrir una fase inicial de interés en el primer trimestre del próximo año. La obra se ha concebido como un “corredor energético”, compuesto por tres segmentos de gasoductos diseñados para transportar distintos tipos de gas.

La inversión estimada se sitúa entre 4.000 millones y 8.000 millones de dólares, una cifra que refleja tanto la magnitud como la importancia estratégica del proyecto. En términos económicos, se espera que el gasoducto represente un impulso equivalente al 3.6 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Panamá, lo que lo convertiría en una de las obras de infraestructura más relevantes de las últimas décadas.

Gasoducto al servicio del comercio energético

El objetivo principal del nuevo gasoducto es facilitar el transporte de GLP estadounidense con destino a Asia. Actualmente, gran parte de este comercio depende de buques que cruzan el canal, lo que genera desafíos logísticos, costos elevados y riesgos derivados de la congestión o de las limitaciones de calado en épocas de sequía.

Un gasoducto terrestre permitiría agilizar los tiempos de traslado, reducir costos operativos y ofrecer a las empresas energéticas una alternativa más confiable y estable. Esto colocaría a Panamá en el centro de la cadena de valor del gas, reforzando su papel como punto de conexión global entre el Atlántico y el Pacífico.

Impacto económico para Panamá

Más allá del comercio energético, el gasoducto traería consigo una serie de beneficios económicos y sociales para Panamá:

• Generación de empleo: la fase de construcción requerirá miles de trabajadores directos e indirectos.
• Aumento de la inversión extranjera: compañías energéticas globales tendrán interés en participar en la licitación.
• Impulso al PIB: el 3.6 % estimado es una cifra significativa para la economía panameña.
• Diversificación de servicios: el Canal dejará de depender exclusivamente del tránsito de buques, ampliando su portafolio de ingresos.

El proyecto también contribuiría a fortalecer la posición geopolítica de Panamá en la región, consolidándola como un actor clave en el comercio de hidrocarburos.

Retos y desafíos del proyecto

Pese a sus ventajas, la construcción del gasoducto enfrenta importantes retos:

• Financiamiento: con un costo de hasta 8.000 millones de dólares, será esencial definir esquemas de inversión público-privada.
• Impacto ambiental: como toda obra de infraestructura energética, requerirá estudios rigurosos para minimizar riesgos ecológicos.
• Competencia global: otros corredores logísticos y puertos en América Latina también buscan captar el comercio de gas hacia Asia.
• Contexto climático: el Canal ha enfrentado en los últimos años sequías severas que han afectado su operatividad, lo que podría influir en la viabilidad del proyecto.

La administración del Canal ya trabaja en una estrategia que combine infraestructura moderna con sostenibilidad, en línea con las demandas internacionales de transición energética.

Panamá como hub energético regional

El gasoducto forma parte de una visión más amplia: convertir al Canal de Panamá en un corredor energético integral. Tras la ampliación de su área de operación, aprobada por la Corte Suprema, la entidad ha comenzado a promover proyectos que amplíen su alcance más allá del tránsito de barcos.

Esto incluye iniciativas complementarias como terminales de almacenamiento, servicios de bunkering y nuevas tecnologías para el manejo de energéticos. En este sentido, el gasoducto no solo es una obra de infraestructura, sino un símbolo de la evolución del Canal en el siglo XXI.

La posible construcción del gasoducto del Canal de Panamá en 2027 marca un punto de inflexión en la historia de esta vía interoceánica. Más que una obra de ingeniería, representa una apuesta estratégica para consolidar a Panamá como un centro logístico y energético mundial, capaz de responder a las crecientes demandas del comercio global.

Si bien los desafíos financieros, ambientales y políticos son considerables, el potencial de crecimiento económico y de posicionamiento geopolítico hacen de este proyecto una oportunidad única. La ciencia, la tecnología y la energía se cruzan en un plan que, de concretarse, redefinirá el papel del Canal de Panamá en el siglo XXI.