Este 7 de mayo, el mundo vuelve la mirada al Vaticano. Con la Capilla Sixtina acondicionada, el humo ceremonial listo y las puertas del secreto eclesiástico a punto de cerrarse, inicia el cónclave que elegirá al nuevo líder espiritual de más de 1,400 millones de católicos. Entre los 133 cardenales convocados, dos figuras mexicanas captan la atención internacional: Carlos Aguiar Retes y José Francisco Robles Ortega.
La muerte del papa Francisco el pasado 21 de abril abrió un capítulo decisivo en la historia de la Iglesia Católica. Ahora, el peso de su legado recae sobre un colegio cardenalicio que representa todas las regiones del mundo. México no solo asiste como espectador; está en la mesa de decisiones con voz y voto.
Quiénes son los cardenales mexicanos: Trayectorias y visiones
Carlos Aguiar Retes: la voz conciliadora del cambio
Originario de Tepic, Nayarit, Carlos Aguiar Retes, de 75 años, fue designado cardenal en 2016 por el mismo papa Francisco. Desde 2017 funge como Arzobispo Primado de México. Reconocido por su respaldo a la inclusión dentro de la Iglesia, ha apoyado públicamente el respeto a los derechos de las parejas del mismo sexo, declarando en 2020: “Todos son hijos de Dios”. Aun así, mantiene una postura tradicional en temas como el aborto, calificándolo como “una salida falsa”.
José Francisco Robles Ortega: el veterano del cónclave
Con 76 años, el Arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, llega al cónclave con experiencia: ya participó en la elección de Jorge Mario Bergoglio en 2013. Nombrado cardenal por Benedicto XVI en 2007, combina una visión doctrinal firme con una apertura hacia los derechos civiles. Aunque también se ha manifestado en contra del aborto, en 2021 reconoció que el matrimonio igualitario es parte del respeto a las libertades individuales.
Diversidad global en la carrera por el papado
La lista de favoritos refleja una Iglesia en transformación. Entre los nombres más mencionados están:
- Pietro Parolin (Italia): secretario de Estado, defensor de la diplomacia vaticana clásica.
- Luis Antonio Tagle (Filipinas): símbolo de una Iglesia sensible a los pobres y excluidos.
- Matteo Zuppi (Italia): comprometido con la justicia social y la inclusión de migrantes.
- Fridolin Ambongo (Congo): referente del catolicismo africano y los procesos de paz.
Cada uno representa un enfoque distinto: conservadurismo diplomático, progresismo pastoral, activismo social o espiritualidad del sur global. La elección de cualquiera de ellos marcaría un viraje o continuidad en la Iglesia del siglo XXI.
Un cónclave marcado por el legado de Francisco
El papa Francisco deja un legado imborrable: reforma institucional, apertura hacia las periferias, compromiso ecológico y una renovada opción por los pobres. Pero también deja una Iglesia dividida entre quienes piden mayor modernización y quienes exigen el retorno a la ortodoxia.
Este cónclave no solo elegirá un pontífice, sino también la ruta espiritual, política y cultural del Vaticano. La presencia de Aguiar y Robles es símbolo de la tensión y esperanza que vive América Latina en el catolicismo actual.
El proceso y la expectativa: ¿Habemus papam?
El procedimiento es tan antiguo como solemne: los cardenales se encierran sin contacto con el exterior hasta lograr una mayoría de dos tercios. Tras cada votación, la chimenea de la Capilla Sixtina expulsa humo: negro si no hay acuerdo; blanco si hay nuevo papa. La duración puede variar, pero se espera un resultado en las primeras 72 horas.
Mientras tanto, millones de fieles observan desde Roma, México y el mundo. ¿Habrá un papa mexicano? ¿Un nuevo latinoamericano? ¿Se impondrá la línea progresista o la tradición? Todo se decidirá bajo el silencio más sagrado del cristianismo.
Conclusión: México en la balanza del Vaticano
Con más de 90 millones de católicos, México representa una de las comunidades más grandes del mundo. La participación de sus cardenales no es anecdótica, sino estratégica: son portavoces de un continente en transformación, donde la fe convive con desafíos sociales como el aborto, los derechos civiles y la migración.
El cónclave de 2025 es, en definitiva, una elección entre el pasado y el futuro de la Iglesia. Y México, más que nunca, está en el centro de esa decisión histórica.
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