Mientras las miradas del mundo se dividen entre conflictos geopolíticos y agendas diplomáticas, la Franja de Gaza vive en tiempo real una de las peores crisis humanitarias de este siglo. La Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria en Fases (IPC) lanzó una advertencia histórica: Gaza está a un paso de la hambruna, una tragedia que podría cobrarse miles de vidas en los próximos días si no se toman acciones inmediatas.
“Esto es hambruna”: el diagnóstico que el mundo no puede ignorar
A través de imágenes estremecedoras de niños esqueléticos y hospitales colapsados, la comunidad internacional ha sido testigo de la desnutrición extrema que sufren miles de gazatíes. Aunque aún no se ha emitido una declaración formal de hambruna —debido a las restricciones de acceso al territorio—, expertos independientes aseguran que los síntomas son irrefutables.
“Podemos interpretar los signos. Esto es una hambruna”, afirmó Alex de Waal, investigador y autor de Hambre Masiva: La Historia y el Futuro de la Hambruna. Sus palabras retumban como un grito de alerta ante la parálisis política y la lentitud de la ayuda internacional.
Las tres condiciones que definen una hambruna y por qué Gaza ya las cumple
El IPC señala que para declarar una hambruna deben cumplirse tres criterios:
- Al menos 20% de los hogares sin acceso suficiente a alimentos.
- 30% de niños menores de 5 años con desnutrición aguda.
- Al menos 2 muertes diarias por cada 10.000 personas por inanición o enfermedades relacionadas.
Según el último informe, estos umbrales ya han sido alcanzados, especialmente en la Ciudad de Gaza, donde 17 de cada 100 niños menores de cinco años están gravemente desnutridos.
El colapso total de los servicios esenciales
La situación no se limita al hambre. El sistema de salud ha colapsado. Una de cada tres personas en Gaza pasa días sin alimento. Los hospitales reportan un aumento drástico de muertes por causas relacionadas con la desnutrición. El Programa Mundial de Alimentos estima que el consumo de alimentos está en su nivel más bajo desde el inicio de la guerra.
Más de dos millones de gazatíes han sido confinados a zonas cada vez más pequeñas y destruidas, sin acceso garantizado a alimentos, agua potable o medicinas.
Ayuda bloqueada, lanzamientos fallidos y saqueos: una cadena de errores fatales
Israel, bajo presión internacional, anunció pausas humanitarias y lanzamientos aéreos de ayuda. Sin embargo, organizaciones como la ONU y Médicos Sin Fronteras denuncian que estas medidas son insuficientes, peligrosas y mal coordinadas. La entrega terrestre, considerada más eficaz, sigue obstaculizada por bloqueos militares, saqueos y violencia.
El nuevo sistema de distribución apoyado por Estados Unidos no ha logrado estabilizar la situación. La ayuda humanitaria sigue siendo interceptada por multitudes desesperadas antes de llegar a sus destinos.
Contradicciones, negación y un país dividido por la realidad
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, insiste en que “nadie está muriendo de hambre en Gaza” y asegura que Israel ha permitido el ingreso suficiente de ayuda. Sin embargo, estas declaraciones contrastan con los reportes de agencias internacionales, videos virales y testimonios desde el terreno.
Incluso desde Estados Unidos comienzan a llegar señales de ruptura. “Esos niños parecen muy hambrientos”, afirmó el expresidente Donald Trump, ante la ola de imágenes que circulan globalmente.
Un punto de inflexión mortal: la historia podría repetirse
Somalia en 2011, Sudán del Sur en 2017 y 2020, Darfur en 2023. Gaza se suma ahora a esta lista negra. Los expertos coinciden en que el mundo está presenciando una catástrofe previsible, documentada y evitable. Cada minuto sin acción significa más muertes, más sufrimiento y más deuda moral para una comunidad internacional que parece mirar hacia otro lado.
¿Qué se necesita ahora?
La ONU, el IPC y organizaciones humanitarias exigen una respuesta coordinada, sin restricciones políticas, con acceso inmediato y seguro al territorio para evaluar, documentar y actuar. La historia está observando.
El silencio, la inacción y la indiferencia ya no son una opción.


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