El Estado de México enfrenta una crisis de violencia donde los “giros negros” y antros se han convertido en focos de operaciones criminales. La reciente «Operación Atarraya», una estrategia que busca desmantelar estas redes, ha dejado en claro la magnitud del desafío: 175 establecimientos revisados de un estimado de 19,000.
Aunque es un paso en la dirección correcta, esta intervención representa apenas el 1% del total, revelando que la lucha por la seguridad en el estado está apenas comenzando.
¿Qué es la «Operación Atarraya»?
La Operación Atarraya tiene como objetivo acotar la logística criminal que opera desde los antros y bares en el Estado de México. Su ejecución incluyó:
- 175 revisiones en «giros negros» y chelerías.
- 26 detenciones en 27 municipios.
- Clausura de establecimientos vinculados a actividades ilícitas.
Sin embargo, estas cifras palidecen frente a los 19,000 giros negros estimados, lo que evidencia la escala del problema.
¿Por qué los “giros negros” son clave en la violencia?
Los antros y bares han sido identificados como puntos estratégicos para la planificación y operación de grupos delictivos. Además, su proliferación supera a las escuelas, lo que refleja un desequilibrio preocupante:
- En Ciudad Juárez, Chihuahua, se registraron 1,000 giros negros frente a 700 escuelas de educación básica.
- En el Estado de México, hay 13,326 escuelas, pero la estimación de giros negros alcanza los 19,037 establecimientos, según cálculos basados en la relación de Juárez.
Esta realidad refuerza la urgencia de equilibrar la balanza a favor de la educación y el estado de derecho.
Comparación con estrategias pasadas: ¿qué podemos aprender?
En 2010, Ciudad Juárez implementó un modelo similar conocido como «Operación Rastrillo», que contribuyó a reducir los niveles de violencia. Parte del éxito radicó en:
- Revisiones masivas y clausura de establecimientos ilegales.
- Coordinación entre inteligencia policial y fuerzas de seguridad.
- Enfoque en desarticular las redes logísticas del crimen organizado.
Aunque la Operación Atarraya parece inspirarse en este modelo, su alcance inicial es limitado.
Los desafíos de la estrategia «abrazos, no balazos»
El gobierno federal ha priorizado un enfoque de «abrazos, no balazos», pero los resultados en términos de seguridad han sido cuestionados. Con homicidios dolosos, extorsión y delitos de alto impacto aún elevados, la Operación Atarraya sugiere un cambio de enfoque que combina inteligencia, investigación y uso de la fuerza cuando sea necesario.
El futuro de la seguridad en el Estado de México
Para que estrategias como la Operación Atarraya tengan un impacto real, es fundamental:
- Aumentar el alcance: Revisar y clausurar un porcentaje significativo de giros negros.
- Trabajo coordinado: Involucrar a los tres niveles de gobierno en la lucha contra la logística criminal.
- Fortalecer la educación: Priorizar la construcción y mejora de escuelas en zonas de alta incidencia delictiva.
- Transparencia en los resultados: Informar a la ciudadanía sobre los avances y obstáculos enfrentados.
Un primer paso, pero insuficiente
La Operación Atarraya marca el inicio de un esfuerzo necesario para combatir la violencia en el Estado de México. Sin embargo, con menos del 1% de los giros negros revisados, queda claro que la ruta hacia un cambio significativo requiere mayor contundencia, recursos y compromiso.
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