En una época donde el silencio era la única opción segura, una médica tamaulipeca se atrevió a alzar la voz. Conocida en redes sociales como “Felina” y utilizando el alias @Miut3, María del Rosario Fuentes Rubio emergió como un emblema de resistencia digital frente a los cárteles del narcotráfico. Su trágico desenlace no solo dejó una cicatriz en México, sino que también planteó interrogantes sobre los riesgos de la libertad de expresión en uno de los países más peligrosos para ejercerla.
El surgimiento de una heroína anónima
En 2011, Tamaulipas vivía bajo el yugo del Cártel del Golfo y Los Zetas. La violencia y el miedo silenciaban a los medios tradicionales, dejando a los ciudadanos sin acceso a información confiable sobre enfrentamientos, bloqueos y zonas de riesgo. Fue entonces cuando surgieron plataformas como Valor por Tamaulipas, administradas por ciudadanos comprometidos con informar y proteger a la comunidad.
María del Rosario, una médica apasionada por el bienestar de su comunidad, se unió a esta lucha desde el anonimato. Bajo el seudónimo de “Felina” y con un avatar de Gatúbela, utilizó redes sociales para alertar sobre el crimen organizado. Con hashtags como #SDRReynosa y #ReynosaFollow, denunció no solo las actividades delictivas de los cárteles, sino también la complicidad de autoridades corruptas.
El riesgo de ser valiente en redes sociales
Con cada publicación, Felina se convertía en una figura incómoda para los cárteles. Los administradores de Valor por Tamaulipas comenzaron a recibir amenazas directas desde 2013. La situación alcanzó un punto crítico cuando un grupo criminal ofreció 600 mil pesos por información sobre los responsables de la página.
A pesar de las advertencias, Felina siguió adelante. En uno de sus tuits más recordados escribió:
«No juego a ser héroe. Hago lo que me corresponde como ciudadana. No todos nos rendimos ante ustedes».
Pero el anonimato tenía sus límites. A medida que aumentaban las amenazas, el peligro se volvió ineludible.
El secuestro y asesinato de Felina
El 15 de octubre de 2014, mientras trabajaba en un hospital de Reynosa, María fue secuestrada tras un operativo de los cárteles. Los detalles del suceso son desgarradores: en su teléfono encontraron pruebas que la identificaban como la administradora de la cuenta @Miut3.
Un día después, su cuenta de Twitter fue hackeada. Mensajes escalofriantes anunciaron su muerte y publicaron fotografías que confirmaban su asesinato.
«Amigos y familiares, mi nombre real es María del Rosario Fuentes Rubio. Soy doctora, y hoy mi vida ha llegado a su fin», decía el tuit final.
Un legado imborrable de valentía
El asesinato de Felina provocó una ola de indignación en México y a nivel internacional. Organizaciones como la UNESCO condenaron el crimen, exigiendo justicia y protección para quienes ejercen la libertad de expresión.
Aunque su caso sigue impune, Felina se convirtió en un símbolo de la resistencia civil. Su labor no solo alertó sobre los riesgos del narcotráfico, sino que inspiró a otros a denunciar y a luchar por un México más seguro.
Impacto y reflexiones sobre su legado
Felina no fue un caso aislado. Según datos de Artículo 19, Tamaulipas sigue siendo una de las regiones más peligrosas para periodistas y activistas. Entre 2010 y 2023, más de 150 periodistas han sido asesinados en México, una cifra que coloca al país entre los más letales para la prensa.
En retrospectiva, el legado de María del Rosario va más allá de sus publicaciones. Representa la valentía de una ciudadanía que se niega a ser silenciada, incluso cuando enfrentan las peores adversidades.
Nunca callar ante la injusticia
A una década de su asesinato, la historia de Felina sigue resonando. Nos recuerda que la lucha contra la corrupción y la violencia necesita voces valientes como la suya. En un mundo donde el silencio a menudo parece ser la opción más segura, Felina eligió la palabra.
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