El sentimiento de ser un extraño en su propia ciudad impulsa a los capitalinos a las calles. Una nueva marcha contra la gentrificación ha sido convocada, reflejando una creciente furia social contra el desplazamiento de residentes locales por la especulación inmobiliaria y el encarecimiento de la vida.
Un grito de resistencia está cobrando fuerza en las colonias y barrios de la Ciudad de México. La frustración acumulada por la gentrificación —un fenómeno que expulsa a los residentes de toda la vida debido al aumento exorbitante de las rentas y el costo de vida, impulsado por la especulación inmobiliaria y la llegada de nómadas digitales de altos ingresos— está a punto de desbordarse nuevamente en las calles.
A través de redes sociales, se ha lanzado la convocatoria para una segunda gran marcha contra la gentrificación, una señal inequívoca de que el descontento social, lejos de disminuir, se está organizando y consolidando.
El Corazón del Conflicto: Despojo y Desplazamiento
El lenguaje de los manifestantes es claro y contundente. No se trata solo de un problema económico, sino de una lucha por la identidad y el derecho a permanecer. Los colectivos denuncian un proceso de «despojo» y «desplazamiento» que los está borrando del mapa de sus propias comunidades, transformando barrios populares en enclaves exclusivos para una población con mayor poder adquisitivo, en gran parte extranjera.
La primera marcha ya dejó ver la profundidad del enojo, con consignas que apuntaban directamente al encarecimiento de la vivienda y los servicios, y a la pérdida del tejido social que caracterizaba a estas zonas.
La Postura del Gobierno: Un Difícil Equilibrio
El Gobierno de la Ciudad de México, ahora encabezado por Clara Brugada, se encuentra en una posición política delicada. Por un lado, ha manifestado públicamente su oposición a la gentrificación, alineándose con la causa de los manifestantes y prometiendo políticas de vivienda asequible para proteger a los residentes locales.
Sin embargo, al mismo tiempo, las autoridades han hecho un enérgico llamado a que las protestas se realicen sin violencia y, crucialmente, han advertido contra cualquier manifestación de xenofobia. El gobierno capitalino ha enfatizado que la defensa del derecho a la ciudad no debe ser una excusa para promover discursos de odio contra personas migrantes, reconociendo la delgada línea que separa la legítima protesta social de la discriminación.
«Esta ciudad es de derechos y libertades. Respetamos las manifestaciones y expresiones sociales ante cualquier situación, pero no la agresión.» – Postura del Gobierno de la CDMX ante las protestas.
La Provocación Externa
El tema ha trascendido las fronteras de la ciudad, llegando a ser utilizado de manera provocadora por el gobierno estadounidense. El Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. (DHS) publicó un mensaje en redes sociales que, con tono irónico, aprovechaba la marcha contra la gentrificación para promover su aplicación de «autodeportación» entre la comunidad de extranjeros en México.
Este incidente subraya la complejidad de un fenómeno que ya no es solo local. La gentrificación en la CDMX se ha convertido en un campo de batalla donde convergen la lucha por la vivienda, el debate sobre la identidad cultural, las tensiones migratorias y la política internacional. La próxima marcha no será solo una protesta, sino un termómetro de la creciente furia de una ciudad que se niega a perder su alma.
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