El derrame de petróleo ocurrido a inicios de octubre en el río Pantepec, al norte de Veracruz, ha dejado un escenario devastador: comunidades sin agua potable, fauna muerta y un ecosistema gravemente dañado. Aunque Pemex aseguró haber controlado el incidente y alcanzado un avance del 99% en la remediación, ambientalistas advierten que el daño ecológico y social es profundo y podría ser irreversible.
El incidente ha puesto nuevamente bajo escrutinio la falta de transparencia y supervisión ambiental en los siniestros relacionados con la industria petrolera en México. Según organizaciones civiles, las autoridades han minimizado los efectos y no han presentado informes públicos sobre la magnitud real del derrame.
Un desastre que tiñó de negro el río Pantepec
El derrame se originó tras las lluvias torrenciales del 9 y 10 de octubre, cuando un oleoducto Poza Rica–Madero sufrió una fuga en el municipio de Álamo Temapache. El 21 de octubre, Pemex confirmó el accidente y reconoció que se trataba de un derrame masivo. Para el 1 de noviembre, la empresa había recuperado 2.7 millones de litros de hidrocarburo, equivalente a más de una alberca olímpica de petróleo vertido sobre agua dulce.
El petróleo contaminó el cauce principal del río Pantepec y varios de sus afluentes, afectando la vida acuática y las comunidades que dependen del río para pescar, regar cultivos y abastecerse de agua potable.
La presidenta Claudia Sheinbaum declaró que el siniestro fue provocado por un derrumbe derivado de las lluvias, e informó que Pemex compensará a los agricultores afectados. Sin embargo, en las zonas ribereñas persisten manchas de hidrocarburo, malos olores y restos de fauna muerta, lo que evidencia que la remediación dista de estar concluida.
Un ecosistema al borde del colapso
De acuerdo con Enrique Zazueta, presidente de la Unión por un Manejo Sostenible de Nuestra Biodiversidad (Unbio), el derrame pone en riesgo a más de 150 especies animales y 400 variedades de flora endémica. Entre las especies más afectadas se encuentran peces como el Herichthys tepehua (mojarra tepehuana), nutrias de río, tortugas, garzas, patos, iguanas y diversos insectos acuáticos.
“Muchos de estos animales quedaron atrapados bajo el agua y murieron. Otros intentaron escapar, pero el daño ya está hecho. Hoy, todo este ecosistema está en riesgo. Las comunidades reportan mortandad de peces, aves empetroladas y vegetación ennegrecida, sin que exista una autoridad que supervise o remedie el daño”, declaró Zazueta.
Los habitantes de la zona afirman que el agua huele a gasolina, y que incluso los pozos y arroyos cercanos están contaminados, lo que los ha obligado a depender de camiones cisterna para abastecerse. “Antes podíamos beber del río. Ahora ni los animales se acercan”, denunció un poblador de Álamo Temapache.
Omisión y silencio oficial ante la emergencia ambiental
Pese a la magnitud del desastre, ninguna autoridad ambiental federal ha publicado un reporte técnico sobre el impacto ecológico. Ni la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), ni la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), ni la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) han detallado la extensión del daño ni las acciones implementadas.
Ante la opacidad institucional, Zazueta exigió una inspección técnica inmediata y un plan de remediación ambiental con participación comunitaria. “La Profepa debe estar en campo, protegiendo la fauna y la biodiversidad de Veracruz. Cada hora sin acción significa más animales muertos y más familias afectadas”, afirmó.
Por su parte, Pablo Ramírez, campañista de Greenpeace México, criticó el silencio de la ASEA, señalando que solo emitió un comunicado el día del incidente. “No sabemos cuántos litros se derramaron realmente ni cuánta contaminación se infiltró en los suelos. Sin transparencia, no puede haber reparación ambiental”, subrayó.
Ramírez recordó que un solo barril de hidrocarburo puede contaminar hasta 80 millones de litros de agua, lo que hace temer que el impacto real sea mucho mayor que el reconocido por Pemex.
El costo ambiental de la negligencia petrolera
Expertos advierten que los derrames petroleros en México son una problemática recurrente. Tan solo en los últimos cinco años, organizaciones ambientales han documentado más de 50 incidentes relacionados con fugas o explosiones de oleoductos de Pemex.
El caso del río Pantepec refleja no solo una crisis ecológica, sino también un problema estructural de rendición de cuentas. Las comunidades afectadas enfrentan una doble tragedia: la pérdida de su fuente de agua y sustento, y la ausencia de justicia ambiental.
“La biodiversidad mexicana está pagando un costo muy alto por la negligencia institucional. No podemos seguir tratando estos derrames como simples accidentes”, enfatizó Zazueta.
El derrame de Pemex en el río Pantepec es un recordatorio doloroso de la vulnerabilidad ambiental y la falta de responsabilidad institucional en México. Aunque la empresa afirma haber controlado el siniestro, la realidad en Veracruz muestra un panorama desolador: ríos muertos, fauna desaparecida y comunidades sin agua.
Mientras las autoridades guardan silencio, las organizaciones civiles y los habitantes exigen verdad, reparación y garantías de no repetición. La remediación ambiental no solo debe limpiarse en los informes, sino también en las aguas del Pantepec, que hoy siguen cubiertas de petróleo y olvido.


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