La cultura, en su esencia, es mucho más que artefactos y eventos; es el alma de una sociedad, su memoria y su identidad. Sin embargo, en México, parece que hemos pasado de considerarla “imprescindible” a tratarla como un simple accesorio o, peor aún, como una ocurrencia.
El reciente encuentro entre la presidenta Claudia Sheinbaum y mujeres artesanas, así como la polémica por la exposición Caldo tlalpeño en Tlaxcala, nos muestran un panorama donde la gestión cultural está marcada por improvisaciones y falta de sensibilidad.
Mujeres artesanas: entre la invisibilización y la explotación simbólica
La semana pasada, en un evento en Palacio Nacional, se invitó a mujeres artesanas del encuentro textil Original a compartir su trabajo con miembros del gabinete presidencial. Lo que debió ser un espacio de reconocimiento y diálogo se transformó en una escena que muchos criticaron como un acto de explotación simbólica.
El evento en cifras y anécdotas:
- Las artesanas estuvieron de pie durante más de una hora, exhibidas como maniquíes detrás del atril presidencial.
- Una mujer que cargaba a su hijo en un rebozo permaneció de pie hasta que un reportero pidió que se le diera una silla, lo que tardó 15 minutos.
¿Qué mensaje envía esto?
- La cultura y las tradiciones se exhiben, pero no se valoran.
- Las acciones de fondo, como garantizar condiciones dignas para las mujeres artesanas, quedan relegadas.
Tlaxcala y el «Caldo tlalpeño»: la improvisación hecha arte
Mientras tanto, en Tlaxcala, la gestión cultural también ha dado de qué hablar. La exposición Caldo tlalpeño, anunciada para inaugurarse en la Pinacoteca del Estado, ha generado críticas por su falta de seriedad y la imagen improvisada de su promoción.
Detalles polémicos:
- El flyer del evento, con una fotografía de un puesto callejero, parece más un anuncio gastronómico que una invitación a una exposición artística.
- Las críticas señalan una desconexión entre las políticas culturales y la comunidad artística, que se siente marginada y subestimada.
Un patrón preocupante:
- Este tipo de ocurrencias se asemejan a los videos recientes de la Secretaría de Cultura federal, donde figuras icónicas como Sor Juana Inés de la Cruz y Juan Rulfo son presentadas de forma superficial.
¿Qué está fallando en la gestión cultural?
La falta de planeación y sensibilidad en estos casos evidencia problemas estructurales:
- Falta de sensibilidad:
- Tratar a las mujeres artesanas como piezas decorativas refleja un desconocimiento de sus derechos y de la importancia de su trabajo.
- Desconexión con la comunidad artística:
- Eventos como Caldo tlalpeño demuestran que no se está consultando a expertos ni integrando a los creadores en las decisiones culturales.
- Improvisación como norma:
- La planeación parece ausente, y las acciones se toman más para cumplir con cuotas que para generar un impacto significativo.
¿Qué se necesita para recuperar la dignidad cultural?
- Reconocer a los protagonistas culturales:
- Las mujeres artesanas no son objetos para exhibir; son creadoras cuyo trabajo merece condiciones dignas y reconocimiento económico justo.
- Planificación profesional:
- Las políticas culturales deben diseñarse con visión a largo plazo, integrando a expertos y comunidades artísticas en el proceso.
- Comunicación adecuada:
- Los eventos y exposiciones deben reflejar seriedad y respeto hacia las manifestaciones culturales, evitando caer en lo superficial o caricaturesco.
La cultura en México es un tesoro que merece respeto y cuidado. Sin embargo, los eventos recientes muestran que aún queda mucho por hacer para que la gestión cultural deje de ser un desfile de ocurrencias y se convierta en una verdadera política de Estado.
Si queremos honrar nuestras tradiciones y construir un futuro cultural sólido, es momento de escuchar a las comunidades, planificar con seriedad y actuar con sensibilidad.
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