La Caravana Migrante “Por la Libertad” reanudó su marcha este lunes desde el municipio de Pijijiapan, Chiapas, con destino a la Ciudad de México, luego de un breve descanso de tres días tras recorrer más de 150 kilómetros en nueve días bajo condiciones climáticas adversas y con recursos limitados.
El grupo, que partió el pasado 1 de octubre desde Tapachula, en la frontera sur con Guatemala, se ha reducido a cerca de 400 personas, frente al millar de migrantes que lo integraban originalmente. La ruta actual los llevará hacia Tonalá, uno de los trayectos más extensos de esta etapa, con aproximadamente 80 kilómetros de distancia, que podrían tardar entre tres y cuatro días en completar.
Desgaste físico y denuncias de obstáculos en el camino
La caravana avanza a pie, acompañada por un pequeño número de brigadas médicas y vehículos de asistencia, aunque los migrantes denuncian falta de atención médica y apoyo humanitario. Según testimonios, algunos servicios de salud han sido restringidos por instrucciones policiales, lo que ha generado molestia entre los integrantes del grupo.
“Ya vamos muy desgastados, pero no vamos a desistir de nuestro objetivo. Aquí con nosotros va una ambulancia, pero cuando pedimos ayuda en el camino nos dicen que la policía les prohibió atendernos”, declaró Nely González, migrante cubana que participa en la movilización.
Los caminantes aseguran que, además de la falta de atención médica, han enfrentado dificultades para recibir remesas o comprar productos básicos, debido a restricciones impuestas en algunos establecimientos. “Quieren que nos cansemos, que nos desgastemos y regresemos a la frontera, pero vamos a seguir adelante. Lo que buscamos es llegar a un lugar donde podamos trabajar y ayudar a nuestras familias en Cuba”, agregó González.
Petición de permisos de tránsito y contexto migratorio
Uno de los principales reclamos de los migrantes es la falta de permisos de tránsito que les permitan avanzar de forma regular hacia el centro y norte del país. Denuncian que el Instituto Nacional de Migración (INM) ha trasladado a Tapachula a familias con niños, con el argumento de ofrecer documentación, aunque en muchos casos esto se traduce en retornos forzados a la frontera sur.
La Caravana “Por la Libertad” reúne principalmente a ciudadanos de Cuba, Venezuela, Haití y países de Centroamérica, quienes aseguran haber partido por las precarias condiciones laborales, la falta de empleo y la demora en sus trámites de asilo ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).
A diferencia de caravanas anteriores, los integrantes de esta movilización sostienen que no buscan llegar a Estados Unidos, debido al endurecimiento de las políticas migratorias implementadas por la administración del expresidente Donald Trump y reforzadas posteriormente. Su objetivo, afirman, es permanecer en México para encontrar trabajo y mejores oportunidades de vida.
Una de las caravanas más recientes del gobierno actual
Desde el inicio de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum, esta es la décimo sexta caravana migrante que intenta avanzar desde la frontera sur hacia el norte del país. Sin embargo, la mayoría de estas movilizaciones han sido disueltas o contenidas en los estados de Chiapas y Oaxaca mediante operativos del Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional.
Expertos en temas migratorios señalan que el incremento de caravanas refleja la presión humanitaria persistente en la frontera sur, donde miles de personas permanecen varadas en espera de resolución a sus solicitudes de asilo o permisos temporales. Organismos como la ONU y ACNUR han advertido sobre la necesidad de fortalecer la capacidad de respuesta humanitaria y garantizar el respeto a los derechos humanos de los migrantes durante su tránsito por territorio mexicano.
Por su parte, autoridades locales en Chiapas y Oaxaca han reportado afectaciones en carreteras, albergues y servicios públicos debido al paso constante de grupos migrantes, lo que representa un desafío logístico y de seguridad para las comunidades receptoras.
Entre la esperanza y el cansancio
Pese al cansancio acumulado, los integrantes de la Caravana “Por la Libertad” mantienen el ánimo y la determinación de llegar a la Ciudad de México, donde esperan recibir orientación legal y humanitaria. “Queremos avanzar de manera pacífica, sin problemas, pero con apoyo”, expresó uno de los voceros del grupo antes de retomar la marcha hacia Tonalá.
El camino por la costa de Chiapas continúa siendo uno de los más difíciles debido al clima, la falta de servicios y las largas distancias entre comunidades. Aun así, el grupo mantiene su cohesión gracias a la solidaridad entre migrantes y el respaldo de algunos voluntarios locales que les ofrecen agua, alimentos o un lugar para descansar.
Un reflejo del desafío migratorio regional
El avance de esta caravana vuelve a poner en el centro del debate la crisis migratoria regional y los desafíos de gestión humanitaria en México. Con miles de personas que continúan llegando desde Centroamérica y el Caribe, el país enfrenta el reto de equilibrar el control fronterizo con la atención humanitaria, en un contexto de creciente presión social y política.
Mientras tanto, los caminantes siguen su ruta, con la esperanza de encontrar en México un nuevo comienzo. Para ellos, cada paso representa no solo una búsqueda de refugio o empleo, sino también una declaración de dignidad y resistencia frente a la adversidad.


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