En una jornada que sacudió el tablero del comercio internacional, el presidente Donald Trump anunció nuevos aranceles de importación dirigidos a siete países considerados “socios menores” en términos económicos. Las medidas, publicadas en su red Truth Social, entrarán en vigor el 1 de agosto y contemplan tarifas de hasta 30%, marcando un nuevo capítulo en su política de presión comercial.
Aranceles selectivos: ¿castigo o advertencia?
Filipinas, Brunéi, Moldavia, Argelia, Libia, Irak y Sri Lanka fueron los primeros en recibir notificación directa de los nuevos gravámenes. Los porcentajes varían del 20% al 30%, y se aplican tras un fallido periodo de negociación de 90 días. Trump aclaró que no habrá extensiones: los países sancionados deben asumir las consecuencias de lo que calificó como “falta de compromiso comercial justo”.
Lo llamativo es que ninguno de los países incluidos figura entre los principales rivales industriales de Estados Unidos. La medida parece ser un mensaje estratégico, más que una represalia económica directa, aunque el déficit comercial conjunto con estas naciones alcanzó 15,000 millones de dólares el año pasado, según datos del Censo estadounidense.
Trump evita tocar a socios estratégicos… por ahora
La Unión Europea, Japón y Corea del Sur —principales socios comerciales— no fueron incluidos en esta primera oleada. Sin embargo, el lunes ya se habían anunciado gravámenes del 25% sobre exportaciones surcoreanas y japonesas. Esto revela una estrategia gradual, en la que los aranceles se aplican con criterio político, más que puramente económico.
Trump ha justificado estas decisiones como parte de un plan para reducir el déficit comercial, incentivar la industria nacional y financiar recortes fiscales. Sin embargo, la mayoría de los expertos advierten que las medidas podrían presionar la inflación y ralentizar el crecimiento económico.
Reacciones internacionales y tensiones diplomáticas
Las reacciones no se hicieron esperar. El presidente japonés Shigeru Ishiba declaró que el plazo hasta el 1 de agosto representa una oportunidad para negociar, pero advirtió que las industrias de su país podrían verse severamente afectadas. Desde Malasia, el ministro Zafrul Aziz rechazó “categóricamente” ciertas condiciones impuestas por EE.UU., entre ellas la certificación halal y los impuestos digitales.
En paralelo, el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio prepara una visita diplomática a Kuala Lumpur, en lo que muchos consideran un intento de contener el descontento asiático frente a la política comercial de Trump.
¿Una estrategia electoral?
Más allá del impacto económico, este endurecimiento comercial tiene un claro componente electoral. Trump busca mostrar firmeza frente al exterior y reafirmar su narrativa de “America First”, presentando las barreras comerciales como un mecanismo de defensa nacional.
En las cartas enviadas a los países afectados, el mensaje fue claro: “Ustedes pueden participar en la extraordinaria economía de Estados Unidos, pero bajo nuestras condiciones”. La línea divisoria entre diplomacia y presión ha quedado más difusa que nunca.


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